Volver al pasado dando unos pasos, es posible en Porrua. El camino que nos lleva atravesando la finca en la que se ubica hasta las construcciones que componen el Museo Etnográfico del Oriente de Asturias, supone volver atrás en la historia, en las costumbres y formas de vida de Asturias en general y del oriente en particular.
Vista de la finca desde la entrada con el conjunto de edificaciones al fondo.
Tanto los edificios, que datan de los siglos XVIII y XIX como la finca de una hectárea, fueron donados al pueblo por 1994 Teresa Sordo Sordo y Luis Haces Sordo, naturales del pueblo y residentes en México. La asociación Cultural Llacín se creó con el objetivo de rehabilitar edificios y finca y poner en marcha el museo, que abrió sus puertas en el año 2000
Vista de la casa con la finca al fondo
En el museo encontraremos la recreación de las estancias de una casa tradicional: vestíbulo, sala, cocina, habitación, cuadra y lagar de sidra totalmente acondicionados y con piezas de lo más variado y curioso que llamarán nuestra atención.
Vista de la sala con la habitación al fondo.
Además, otras estancias recogen elementos de distintas profesiones y procesos, tal y como se hacían antaño: el queso, la manteca, las tejas, los procesos textiles, la indumentaria, la carpintería, los útiles de leñador o lavandero, aperos, elementos de hierro esmaltado (la llamada porcelana)… se dan cita para darnos una visión general del trabajo y la vida en el campo.
Dos rincones del museo
Una visita que niños y niñas sabrán aprovechar, habrá muchas cosas que les llamen la atención, al igual que las personas adultas. Y sobre todo, es muy recomendable para hacer en familia, especialmente si la hacen varias generaciones, que podrán compartir explicaciones, recuerdos y anécdotas que ilustrarán y enseñarán a los y las más jóvenes.
Pero no solo dentro del museo encontraremos cosas interesantes. Fuera, veremos más carros, el hórreo de seis pegoyos, un molino… y además muchos frutales, entre los que destaca un aguacate monumental plantado en 1906 por Ángel Sordo Pandal. Pero también veremos muchos otros, por ejemplo en otoño podemos prestar atención a los nogales y los castaños que están soltando sus frutos.
El aguacate con el museo al fondo.
Tanto la finca como el museo están cuidados con esmero, se nota el mimo que la ahora Fundación Llacín pone en su mantenimiento, y que hacen la visita muy agradable. Quizá si estaría bien incluir algún cartelito más de los existentes para reconocer o conocer ciertas piezas, su origen, la fecha de la que data… que harían más completa la visita.
Carros del país.
Y además, desde él se dinamiza la zona de forma notable, con distintas actividades a lo largo del año: campamentos infantiles, mercado tradicional, exposiciones, encuentros... siempre con las tradiciones y costumbres asturianas como telón de fondo.
En definitiva el Museo Etnográfico del Oriente es una visita especial y entretenida para toda la familia, que debemos incluir en nuestra agenda de escapadas y aprovechar todo lo que podamos, porque realmente, merece la pena.
Vista de la cocina
Podemos visitar el Museo Etnográfico del Oriente de Asturias en horario de invierno (15 septiembre a 1 julio) de martes a sábado de 11:00 a 13:30 horas y de 17:00 a 19:00 horas y los domingos y festivos: de 12:00 a 14:00 horas. En verano (julio y agosto) de lunes a sábado de 11:00 a 13:30 horas y de 17:00 a 20:00 horas y domingos y festivos de 12:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas. En septiembre y semana santa se aplica el horario de verano pero cerrando los lunes.