Para un fútbol con la grandeza histórica del argentino, Messi nunca debió haber sido más que un plus. Uno muy importante, pero un plus al fin. Y no: le dimos atribuciones de líder, quisimos que fuera Maradona, le pedimos que armara las jugadas y las definiera él mismo... Grave error. Pero después viene la otra discusión: ¿necesitamos que Messi hiciera eso porque no había otro capaz de hacerlo?
Me resisto a creer que el fútbol argentino no haya sido capaz de gestar otros generadores de juego en los últimos años como para que Messi no tuviera que hacerse cargo de ese rol. Lo seguro es que salvo en unos pocos casos (muy pocos) no se trabajó para que los haya. Y ahí tal vez esté el problema. En no ver qué estamos produciendo y qué tendríamos que producir desde el fútbol juvenil.
Algún día, espero, lo entenderemos. Algún día podremos comprender que para que Argentina gane algo en mayores no es cuestión de tener UN Messi por cuya formación como futbolista el fútbol argentino no hizo NADA, sino muchos jugadores capaces de conjugar en su juego la técnica, la picardía, la personalidad y el fuego sagrado o hambre de gloria que en otras épocas no muy lejanas cientos de jugadores argentinos DE TODOS LOS PUESTOS mostraban en el país y el mundo.
Esos atributos, claro, requieren de ciertas condiciones para desarrollarse correctamente. O sea, no basta con detectar los juveniles más promisorios y ponerlos sin más a jugar para sus clubes en Primera o a vestir la celeste y blanca. No. Hay que cuidarlos, fomentar su libre albedrío, permitir que maduren correctamente, tratar de que no caigan en la trampa de los representantes que les piden que cuiden las piernas porque en cualquier momento pueden irse a Europa, darles la chance de tener bien cerca líderes y ejemplos a quienes copiar no sólo en lo que a técnica respecta sino en cuanto a su sacrificio, su humildad... Y, sobre todo, dejarles bien en claro que ni la grandeza del fútbol argentino ni la de sus clubes empezó con Messi ni con Maradona, sino gracias a muchos otros jugadores que ya en los años '20 y los '40 permitieron lograr un prestigio nunca basado en UNA figura sino en varios, cientos de cracks geniales en todos los puestos, y en EQUIPOS maravillosos por su juego pero a su vez con el hambre de gloria necesaria para ganar y lograr títulos en el ámbito internacional.
Algo está claro: nunca, ni siquiera en los tiempos del gran Diego, dependimos como ahora de las apariciones de un iluminado o un Messías para poder evitar ridículos mayúsculos a nivel Selección. Y eso es lo que no tiene que pasar más. Esa dependencia que, si bien pudo y puede tener que ver con esa falta de figuras con buen pie que indudablemente padecemos, fue potenciada desde gran parte del periodismo con una deificación y una sobrecarga de exigencias sobre la figura de Messi cuya primera víctima es, paradójicamente y hoy más que nunca, el mismo Messi. Porque también está perfectamente claro a estas alturas que Messi no es "todo" como proclaman algunos ni puede serlo. Es y debe ser un plus de genialidad sin igual como en el Barcelona. Pero, también como en el Barsa, con él, detrás de él y aún -o mucho más- sin él puede y DEBE haber otras figuras y un EQUIPO. Al menos, si de lo que se trata es de representar dignamente la grandeza histórica del fútbol argentino.