Los niños son lectores exigentes, necesitan algo que les enganche, no captan los matices y les aburren los párrafos excesivamente largos o los fragmentos descriptivos en los que no pasa nada. No se conforman con facilidad, no es fácil captar su atención durante mucho tiempo seguido. Con semejantes condiciones, no comprendo como no hay más lectores adultos aficionados a la literatura infantil.
Recuerdo lo difícil que era dejar el libro a la hora de comer, con los Cinco enredados en el punto álgido de sus aventuras o los protagonistas de Julio Verne en lo más emocionante de la historia. Una vez me lo llevé a la mesa, ¿cómo podía abandonar a Miguel Strogoff a su suerte frente a los cosacos?, pero no tardé en enterarme de que "en la mesa no se lee" y de que el pobre Miguel debía esperar su destino en la habitación. La orden fue tan tajante que nunca más se me ocurrió intentarlo. Al parecer está mal leer las páginas de un libro, pero se ve que con la tecnología las cosas han cambiado y ahora no supone incurrir en un delito si cualquiera (niño o adulto) se pasa la comida pendiente de la pantalla de un smartphone, ¿por qué ninguna regla obliga a dejarlos en la habitación? Sin embargo, estoy segura de que cualquier letra impresa tiene más enjundia que un whatsapp.
Sigamos con la letra impresa...
Thimble Summer de Elizabeth Enright fue el ganador de la medalla Newbery en 1938. Narra la vida de una familia durante un verano en plena época de la depresión. Garnet, una niña de 9 años, hija de granjeros, encuentra un dedal de plata y, a partir de ese momento, siente que todo cambia a mejor, no de manera llamativa sino a base de pequeñas cosas que convierten el día a día en la granja en algo especial. Una historia sencilla y con un lenguaje acorde, para disfrutar de volver a ser niño.
It was the stillest hour in the world as though all things held their breath perilously, waiting for day to begin. (Esta frase suena a Steinbeck, y es preciosa)
Neverwhere, de Neil Gaiman, es una novela sobre Londres, pero no la ciudad conocida sino otra. Tras ayudar a una vagabunda, Richard pierde su vida, desaparece de la visión del resto del mundo y se ve arrastrado al otro Londres, el Londres de abajo. Allí las cosas son difíciles, con seres violentos, amenazas en la oscuridad, ratas, ángeles ambiguos, bestias milenarias y toda la porquería acumulada desde la fundación de Londres. Neil Gaiman disfruta (porque se nota que se lo pasó bien al escribirlo) con un humor negro algo sádico e imaginación a raudales, algo que le caracteriza. A veces pierde ritmo, pero en general resulta bastante entretenido.
Desde hacía tiempo me apetecía descubrir una novela de Diana Wynne Jones que hiciese honor a su fama, y a las buenas críticas que había leído de ella. Empecé con su serie de Chrestomanci pero fui incapaz de resistir a la niña protagonista, era insufrible (aunque esa era la intención, supongo que su carácter mejoraría a lo largo de la serie pero no me quedé a comprobarlo). Enchanted Glass sí que ha sido esa novela que no solo me ha reconciliado con su autora sino que me ha aficionado a sus libros. Al morir el abuelo de Andrew, éste hereda tanto su hogar como la tarea de proteger la región. A sus protegidos se suma Aidan, un niño perseguido por criaturas mágicas que pretenden destruirle para que no ponga en peligro el reinado de Oberon. Es una historia muy interesante, imaginativa, bien traída, bien rematada, con buen ritmo y que engancha.
Dado el éxito, seguí con Diana Wynne Jones, en esta ocasión con su libro más conocido, Howl's moving castle. Sophie es la mayor de tres hermanas, según los cuentos eso significa que está destinada al fracaso. Cuando un hechizo la convierte en una anciana, Sophie abandona su hogar y termina en el castillo ambulante de Howl, un mago con muy mala reputación. Allí la magia la rodea, y los problemas también. La historia es un alarde de imaginación que combina todos los ingredientes clásicos de los cuentos para crear una fantasía nueva, original y divertida (Hayao Miyazaki la convirtió en película, habrá que verla).
The Mystery of the Clockwork Sparrow ( el primer título de The Sinclair's Mysteries), de Katherine Woodfine, es una aventura de detectives aficionados, juvenil y entretenida. Aunque no se sale del genero, y sin ser nada extraordinario, me sorprendió agradablemente. Un robo en unos grandes almacenes destapa una trama de corrupción, en la que no es posible fiarse de nadie, y una serie de crímenes cuya cabeza, el Barón, es un misterioso individuo relacionado con la flor y nata de la sociedad londinense. Se lee bien, en ocasiones le falla algo el ritmo, pero engancha y entretiene.
Harry Potter and the Cursed Child de J.K. Rowling, John Tiffany, Jack Thorne es, en realidad, una obra de teatro o un guión de cine. La trama no está mal, pero por desgracia ese es el único mérito del libro. No está bien resuelto, el ritmo se hace lento en ocasiones, algo de lo que la autora ya adolecía en entregas anteriores de la saga, y en las adaptaciones de las películas, que es lo que se asemeja esta historia: un guión pesado en el que se ha ahorrado el paso de transformar la novela original (y que seguro ya cuenta con productor). Por si fuera poco, a menudo me ha resultado demasiado edulcorado y sensiblero, Rowling no se ha dado cuenta de que "el vivieron felices y comieron perdices" no se ajusta a todos los estilos, y forzarlo no ayuda a que encaje.