Después de recorrer varios países como poeta callejero, el educador alemán Maurice Meyers pensó que lo había experimentado todo, hasta que llegó a Cuba. Aterrizó por mar en la isla después de dos años de recorrido por Portugal, Guyana Francesa, la selva amazónica de Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y Guatemala (desde donde salió hacia La Habana en el catamarán de unos turistas australianos).
El equipaje de Meyers es ligero, una máquina de escribir Royal, donde teclea su inspiración poética, y un bolso con tres mazas (clavas) albatros para hacer malabares en tiempo difíciles. Durante dos años su principal labor se enmarca en crear poemas para los transeúntes, ya sea por encargo o por antojo de su musa.
“La poesía la escribo cuando llego a ciudades que tienen mucha vida cultural y donde hay mucho turismo”, dice el poeta a CubaNet.
Con información de Cubanet.
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