Revista Opinión
Un toro bravío español se instalará por primera vez en África gracias a una resolución aprobada por el Consejo de Gobierno de Melilla. El toro (de Osborne) ha sido elegido como símbolo para representar España en esta ciudad autónoma. Es curioso que un morlaco hispano que hizo la publicidad de una bebida española durante medio siglo sea el elegido para representar a España frente a Marruecos. Porque el símbolo se instalará en el barranco de Cabrerizas, uno de los lugares más altos de la ciudad autónoma, junto a los depósitos de agua y muy próximo a la Legión (que también cambió la cabra por el toro), lo que permitirá su visión desde todo el litoral e incluso desde las localidades marroquíes limítrofes. Una iniciativa que para algunos españoles es una clara expresión de españolidad mientras que para los marroquíes puede convertirse en un intento de provocación que dificulte las relaciones con España.
La imagen no es nueva. Hace ya 50 años que el toro de Osborne, la más famosa de las siluetas, es un elemento más del paisaje español. Diseñado por Manuel Prieto Benítez, nació como una estructura publicitaria y se instaló por primera vez en una carretera española (concretamente en el kilómetro 55 de la Nacional I). Posteriormente, pasó a convertirse en objeto artístico, siendo un ejemplo ilustrativo del “pop-art” contemporáneo, mientras funcionó como reclamo de Osborne, si bien ahora es un referente identificador de Andalucía y se ha convertido en un potente símbolo. Pero, antes de retirarse la publicidad del toro que, sin embargo, no ha perdido su nombre de Osborne, ya se había convertido en la imagen un animal solidario. No en vano son más de 90 los que campan por nuestro país tras sortear varias normativas sobre la publicidad en carretera.
Daniel Conesa, portavoz del Ejecutivo melillense, señala que la “escultura” (esa silueta de un toro bravo presente en quince autonomías españolas y en otros países como México), también estará en Melilla, atendiendo a la petición realizada por unos 2.000 melillenses a través de un programa de radio y de las redes sociales. Y remarca que la silueta del toro de metal de 14 metros por 14, símbolo declarado desde hace una década como Bien de Interés Cultural, será algo más que un reclamo publicitario que podrá ser visto desde el mar.
El bovino hispano cruzó el Mediterráneo gracias a un acuerdo de la Consejería de Fomento de Melilla, que correrá con los gastos del anclaje, y la empresa Osborne S.A., que ha atendido la demanda realizada. En Facebook, hay un pefil que dice: “El objetivo de este grupo es instar a las autoridades locales para que hagan las gestiones necesarias para contar con este emblema de la iconogafía española, que ha traspasado las fronteras de la publicidad y el marketing”. El famoso icono publicitario, convertido por algunos en todo un símbolo de España, será implantado en Melilla para dar respuesta al “reclamo popular”.
En nuestra piel de toro, el reclamo publicitario se ha convertido en un emblema que ha ido cambiando de imagen. Para unos fue una tendencia facha, un brindis de la derecha por el patriotismo de charanga y pandereta, recordado machaconamente en la publicidad de los programas de Radio Nacional en las tardes futbolísticas de los domingos, por parte de unos locutores embriagados de goles y de Osborne. El Ejecutivo de Melilla (PP) rechaza que la decisión adoptada por el Consejo de Gobierno traer el “Toro de Osborne” suponga “una provocación” hacia Marruecos, al situar este símbolo español en un punto que se verá no sólo desde distintos puntos de Melilla sino también de localidades marroquíes más próximas. Para Miguel Marín, vicepresidente primero, el Ejecutivo melillense “siempre se sentirá orgulloso de los signos y símbolos que estén plenamente identificados con España, como es el caso”. Irene Flores escribe en “El Faro”, el toro de marras “no tiene color político y es absurdo monopolizarlo electoralmente, bien como arma arrojadiza contra el adversario, bien como valor que identificar con una tendencia política determinada”.