No sé si ha sido la maternidad la que me ha vuelto una maruja o simplemente ha sido cosa de la edad, pero aquí estoy la anti-amadecasa por excelencia obsesinada por la economía doméstica y todos sus entresijos y encima hablando de ello en un blog... Uff! Qué pena de mí! jajaja
En estos últimos años mis circunstancias han cambiado mucho así que no me ha quedado otra que adaptarme y preocuparme por cosas que antes no tenían demasiada importancia. Antes de que la bruja mayor naciera yo tenía un buen trabajo con un buen sueldo, trabajaba muchas horas a la semana y normalmente no comía en casa, así que la compra que hacía la hacía el sábado e iba a un único lugar porque no tenía ni tiempo ni ganas de más.
Cuando fui madre la cosa cambió, ya no tenía trabajo y por lo tanto no tenía ingresos, no es que tuviera tiempo libre (eso lo sabéis de sobra todas) pero sí tenía tiempo para ir con mi niña de paseo y aprovechar a hacer la compra, unos días en un lado y otros en otro, con lo que descubrí (Oh my God!) que los precios podían variar mucho de una tienda a otra... Ya veis que como ama de casa no tengo parangón ;-)
Así que he pasado de ser una chica que compraba las pechugas de pollo ya fileteadas a una chica (porque aunque tenga dos niñas sigo siendo una chica) que se lleva el pollo entero. El día que descubrí que me costaba lo mismo una bandeja de pechugas que un pollo me sentí pletórica (y no me exgtraña que os riáis de mí) y me dije "A Dios pongo por testigo que si tengo tiempo no volveré a hacer el canelo y pagar el doble por lo mismo" y de momento lo he cumplido.
Pero claro, aunque siempre he sido muy cocinillas la cocina tradicional nunca me ha tirado y la chica que compraba las pechugas fileteadas se encontró con un pollo entero y tenía que darle salida... Y como ésta ha sido una semana de las de pollo entero me apetecía compartir con vosotros el resultado...
Así que me podéis visualizar con un pollo enorme, después de quitarle bien la piel que ya sé que hay mucha gente que se la come (mi madre entre otras) pero aparte de tener muchísima grasa a mí me da muchísimo asco, separé las pechugas y los muslos y los pasé por la picadora para hacer unas hambuerguesas verdes como las de la receta que publiqué hace unas semanas para que esta tortura de niñas que tengo coman algo de verduras.
Como a la bruja pequeña le gusta la sopa mi nuevo yo marujo ha empezado a hacer los caldos caseros (huelga decir que antes los compraba hechos o me los traía de casa de mi tía) y me curré una sopita de pollo con verduras que devoró igual que papá y yo, la mayor se niega a comerla (grrrr). La mayor parte de la verdura la paso por la batidora y va al caldo pero pegado en el hueso quedaba muchísima carne y por supuesto no la iba a tirar...
Una ama de casa que se precie habría aprovechado para hacer unas croquetitas riquísimas, pero yo todavía no he llegado a ese nivel (todo se andará) y no me veo removiendo la masa, así que ayer pensando decidí que iba a probar a hacer una lasaña de pollo, entre mis platos de pasta nunca había entrado una lasaña pero alguna vez tenía que ser la primera y no lo veía muy difícil...
Y ahí la tengo en el horno esperando la hora de comer, si ha quedado buena todavía no lo puedo decir, pero que ha sido fácil por supuesto, si yo me veía colocando placas cocidas de pasta y pensando que se me iban a descojonar y resulta que venden unas que se ponen tal cual y luego se hacen en el horno!! Y por 1€ el paquete!! Dios mío que mundo por descubrir!! Cuando se lo cuente a mi madre va a flipar!
Así que ya veis, un pollo y tres platos. Si yo he podido cualquiera puede...
Y pienso seguir marujeando... Ya os contaré...