Me entero por Jorge de Lorenzo, editor de la web La Celosía, que se ocupa de lobbies y grupos de presión varios, que Centenares de médicos y sanitarios exigen precios asequibles al tratamiento de la hepatitis C. El asunto es uno de los culebrones polémica de los últimos meses y tiene su epicentro en el medicamento Sovaldi del laboratorio Gilead y por extensión el alto precio de muchos fármacos.
El manifiesto está cargado de razones éticas. Sólo en España, argumenta, existen 800.000 personas que padecen Hepatitis C y los fármacos para combatirla o son peligrosos por sus numerosos efectos adversos o son muy caros. Cada pastilla de Sovaldi cuesta 1.000 dólares.
A excepción de uno de los firmantes del manifiesto al que tengo por persona experta en fármacos y honesta, no conozco al resto de participantes.
El problema que le veo al manifiesto es que da la sensación de que el medicamento que solicitan, con razón, que se baje su precio, no es la panacea y una lectura poco crítica del texto así pudiera darlo a entender.
Sovaldi ha de administrarse junto a otros medicamentos como interferón y ribavirina, que son los que se usan ahora y conllevan importantes reacciones adversas, como indica la ficha técnica del producto.
Si se producen daños por los otros medicamentos también hay que suspender el tratamiento con Sovaldi (una vez comprado).
Leed el post que hicimos al respecto: Sovaldi, el fármaco para la Hepatitis C de los 1.000 dólares que no llega a los enfermos.
El manifiesto es corto y otra de las cosas que hecho de menos es una alusión al sistema de patentes farmacéuticas pues ahí está la clave del alto precio. Así lo explicamos en el post Curar la hepatitis depende de resolver el conflicto de las patentes de fármacos.
A la hora de pedir que el Ministerio de Sanidad negocie con el laboratorio fabricante de un producto también hay que saber (y hacerlo saber a la población) con quién “nos jugamos los cuartos”. Gilead es quien “inventó” el famoso medicamento antiviral Tamiflu. Pese a que ha sido comprado masivamente para las últimas pandemias de gripe que por suerte nunca fueron (aviar en 2005 y Gripe A en 2009), la comunidad científica aún espera a conocer los ensayos clínicos que hizo la compañía (completos porque a las agencias reguladoras de medicamentos les entregó lo que quiso si no Roche, que ahora posee la patente los haría públicos encantada).
Escrito de otro modo, Gilead impulsó un pelotazo económico más que un fármaco pues Tamiflu es poco efectivo y con más daños de los que se conocía hasta hace poco. Y no es el único ejemplo que podemos poner de la actitud mercantil de Gilead. Sobre esta compañía os aconsejo leer también Medicamento Truvada: el nuevo “condón” para prevenir el Sida entre personas sanas o Gilead, Truvada y SIDA. Inducir a error sin mentir.
Deseo que Sovaldi sea superefectivo y razonablemente seguro y que se venda a un precio justo que compense la I+D del fabricante y a sus usuarios, pero no seamos vehementes con empresas que “tienen un pasado” porque la cosa puede acabar en que se les esté haciendo una campaña de marketing perfecta y gratuita.
Preocupante es que, como indica La Celosía al final de su información, Gilead financie asociaciones de pacientes, incluidas las de Hepatitis. Se aprovecha así del sufrimiento de personas que necesitadas de un tratamiento presionan, como no podía ser de otro modo, para que este llegue. Que esto no ocurra a cualquier precio y no me refiero sólo al económico.