Revista Religión
Han pasado 300 años y seguimos llamándola Pastora Divina de las Almas. Han pasado 300 años y nos seguimos poniendo delante de María Santísima en tan sublime advocación, y Ella nos sigue mirando más allá de nosotros mismos.Trescientos años en nuestra memoria, donde residen generaciones y recuerdos a través de la más bella historia mariana y pastoreña, que como herencia y legado se ha escrito con letras de oro en la mejor página déla villa de Cantillana.
Su advocación y su devoción nos llegaron hacen 300 años. Nos la trajo el venerable padre fray Isidoro de Sevilla en tan acertado concepto teológico y espiritual, de modo que todo cambió entre nosotros. Una vez aquí, la fe, el marianismo y la espiritualidad de Cantillana han sido moldeados por María Santísima en su título de Divina Pastora.Que desde hace 300 años, todo aquí es distinto ante el culto a la Madre del Buen Pastor. Y de tal manera es así, que no podemos imaginarnos nuestro pueblo sin la presencia divina y maternal de María, Pastora de nuestras almas. Por eso nadie puede poner en duda que por Ella, en Ella y con Ella aquí hay un antes y un después. Y todo esto sucedió hace 300 años, que representan el triunfo de la Pastora de Dios y Pastora nuestra entre nosotros.
Tres siglos del triunfo de la ternura que le desborda en sus entrañas; del triunfo de quien no reconoce más poder que el de Dios; del triunfo de quien se hace humilde con los humillados. Es el triunfo de María, Madre y Pastora de las gentes sencillas, Madre y Pastora en la devoción más popular. Es el triunfo gozoso de saber que tenemos una Madre y Pastora que siendo la más Bienaventurada, desde su realeza divina es nuestra Corre- dentora y Mediadora ante Dios. Y que por su bendita intercesión toda lágrima será enjugada, y toda injusticia reparada, y toda esperanza recompensada y toda oveja salvada y redimida pues Ella, siendo Pastora tan Divina, es Pastora tan humana que baja y se acerca a nosotros, y se sienta a nuestro lado cambiando gustosa su trono por sencilla roca, su dosel por árbol de frutos, su corona por sombrero, su manto por pastoril pellica y su cetro por tan amoroso cayado.Ya véis, ¿no es para gritar de gozo como Isabel: "De dónde a nosotros la Madre de Dios?" ¿Es que acaso no es para saltar de alegría pastoreña ante el III centenario de su nombre y de su devoción? ¿Acaso no son 300 años de triunfo y de renovación del más hermoso de los sueños?
Todo ello lo es al unísono y a la vez. Y lo es porque hemos sabido conservar este tan cierto marianismo pastoreño, esta tan auténtica devoción y esta admirable advocación de tan rotunda belleza.Marianismo, devoción y advocación pastoreños en los que tanta es su verdad, tanta su autenticidad y tanta su fuerza, que tuvo que llegar a Cantillana desde el primer instante en que fray Isidoro la dio a conocer al mundo en el rosario público de aquel 8 de septiembre de 1703.
No hay documento que así lo atestigüe. No existen históricas referencias. Pero decidme: ¿no creéis como yo que María Santísima en su advocación de Pastora Divina de las Almas fue necesariamente conocida por los cantillaneros desde su inicio en aquel día de septiembre? Y así tuvo que ser, porque después del 24 de junio en que aconteció su inspiración divina, fray Isidoro, a quien la dió a conocer fue a su hermano Antonio, el cual, siguiendo sus directrices, encargó y pagó a Miguel Alonso de Tovar el primer lienzo con la primitiva imagen de la Pastora Divina, siendo el mostrado en los rosarios para propagar su devoción.
Por tanto, ¿es de extrañar que fray Isidoro o su hermano comunicaran a sus familiares y allegados la noticia de la recién nacida advocación? De tal manera que sus parientes, los Condes de Cantillana, la tuvieron que saber a ciencia cierta, siendo de todo punto lógico que, junto a otros cantillaneros, acompañaran al venerable, estando presentes en el primer rosario público pastoreño que desde San Gil se dirigió a la Alameda de Hércules.
Que así tuvo que ser. Y lo fue porque a partir de ese día, su devoción floreció de tal manera en la Villa que, desde entonces, ya no se distinguió dónde termina Cantillana y dónde comienza nuestra Pastora Divina.
Tanta es su verdad, su autenticidad y su fuerza que celebramos 300 años de su advocación y de su devoción entre nosotros. Y la hermandad me encargó que os lo pregonara, en cuyo pregón puse mi mayor empeño y mi mejor ilusión.
Que celebramos el nacimiento de su nombre y de su devoción entre nosotros con tan rotunda certeza, con desbordada alegría y con tanto orgullo pastoreño, porque representa el triunfo de la fidelidad de Cantillana a la Divina Pastora en el devenir de los siglos y de los tiempos.Un triunfo que es más cierto en cuanto que está sustentado por los dos componentes que hicieron su grandeza posible: la inspiración divina de fray Isidoro de Sevilla y la devoción absoluta y admirable de nuestro pueblo.
Un triunfo de 300 años en los que caben la devoción pastoreña de ayer, de hoy y de mañana en el sentimiento cantillanero que la hizo, la hace y la hará posible para que perviva como divina obra mariana que colectivamente renueva, año tras año, el pueblo de Cantillana con tanta verdad, con tanta autenticidad, con tanta fuerza, emoción y gracia.
Rafael Mejías Esteban
Pregonero del III centenario de la devoción Pastoreña (2003)