Aunque pueda parecer un objetivo un tanto frívolo, creo que no lo es ya que el lenguaje, mejor dicho los lenguajes, transmiten quienes somos y, sobre todo, cómo pensamos y como nos vamos construyendo a lo largo de la vida.
Dicho esto como introducción, quiero desear un 2013 lleno de ternura, amistad, amor y afectos a todo el mundo, puesto que tal y como escribí en Fecebook el primer día del año, nos arrebatarán más derechos, intentarán someternos en muchos aspectos, pero nuestra red de afectos y los sentimientos de nos generan o que generamos, eso no nos lo podrán arrebatar.
Y volviendo al propósito para el año que acabamos de comenzarse trata de lo siguiente: Eliminar, en la medida de lo posible, todas aquellas expresiones que están ligadas a la religión católica. Si, ese es mi propósito.
Hace años comencé con la eliminación y/o sustitución de expresiones sexistas y por tanto, a intentar hacer un uso más igualitario y menos sexista de las dos lenguas con las que me expreso habitualmente. Es, por supuesto, un trabajo constante e inacabado, pero que me mantiene alerta de forma permanente en la búsqueda de la igualdad y de la simetría también en ese espacio.
De hecho y aunque busco utilizar la ironía o el humor, a veces soy consciente de que puedo ser “insistente” en el tema, pero poco a poco hay más personas implicadas en hacer un uso menos sexista de nuestros lenguajes, sobre todo en los aspectos escritos y orales.
Pues bien, el día de Año Nuevo me desperté en Valls (Tarragona), en casa de mi amiga y compañera de luchas Antònia y, en esos primero minutos en los que estás como semiconsciente porque todavía no estás del todo despierta, me vino a la mente esta necesidad. Durante el desayuno se lo comenté a Antònia y sonrió mientras añadía: “Está bien, pero eso necesitará un batería de expresiones sinónimas que puedan ir sustituyendo las que tenemos tan interiorizadas”. Y tiene toda la razón hay que ir sustituyendo expresiones, pero al igual que en la revisión para un uso más igualitario y más simétrico, lo voy a intentar y voy a intentar ir insustituyendo expresiones con claras connotaciones religiosas y, por tanto en su mayoría culpabilizadoras para las mujeres.
Para ello propongo sustituir “gracias a dios” por “afortunadamente”, “culpa” por “responsabilidad”, “defecto” por “debilidad”, “virtud” por “fortaleza”, después del estornudo un “salud” en lugar del típico “jesús” y así progresivamente. Por supuesto se admite toda la ayuda que cualquier persona quiera aportar.
Y, ¿por qué hago esto?, pues porque es un aspecto simbólico de mi total ruptura con los mandatos religiosos de todo tipo. Y si pongo empeño, sé que iré desnudando mi lenguaje de esa pátina que a través de los siglos se ha ido apoderando de todos los espacios de la vida de las personas y que además nos ha colocado a las mujeres como simples subordinadas de los hombres en todos los aspectos y además responsabilizándonos de casi todos los males.
Ahora que vuelven con mayor fuerza y virulencia sus postulados y sus predicamentos misóginos a través del gobierno actual, es una de mis maneras de plantarles cara y de decir que no me siento parte de su rebaño y que no quiero reconocerles ninguna autoridad en mi vida. Y por eso, voy a intentar por cuarta vez apostatar y a ver si ahora lo consigo.
No les permito ni les tolero a los de faldas largas y negras que me digan cómo he de hablar, pensar o vivir. No les permito que se introduzcan en mi vida a través de las expresiones y, aunque sé que están mucho más presentes de lo que yo misma imagino, en mi pequeño reducto, en mi espacio personal y conocido, les niego cualquier poder y/o autoridad.
Porque su mensaje es profundamente injusto para con las mujeres. Porque en sus mensajes a lo largo de los siglos han predicado la violencia contra las mujeres y aún hoy en día no la condenan abiertamente. Porque sigue habiendo elementos que todavía nos responsabilizan a las mujeres de ser agredidas, violentadas y asesinadas por nuestras parejas o exparejas. Porque desde los púlpitos y confesionarios siguen predicando “paciencia y resignación” con las situaciones límites que están viviendo miles de mujeres. Porque son excluyentes en cuánto a la igualdad de mujeres y hombres dentro de su secta. Porque quieren apropiarse de nuestros cuerpos. Porque defienden la vida, pero nunca la calidad de esa misma vida. Porque siguen gobernando en la sombra a través de los títeres que hoy ostentan las carteras ministeriales. Porque son opacos en todos los sentidos incluido el económico. Porque aparte de las excepciones que soy consciente de que las hay, son profundamente clasistas y lo de la famosa caridad cristiana se la pasan por el forro cuando de embargos, desahucios o acumulación de riquezas se trata. Porque nos han robado patrimonio de todo tipo a lo largo de los siglos y de todas las formas posibles.
Por todos estos motivos y muchos más, voy a intentar por cuarta vez salir de sus listas e intentar borrar de mi vocabulario expresiones que hacen pervivir su ideología misógina y violenta para con las mujeres.
Pero sobretodo voy a intentar ir borrando de mi lenguaje todas aquellas expresiones derivadas de su influencia y poder que someten, culpan, niegan libertades, imponen voluntades, estigmatizan y en definitiva pretenden imponernos cómo hemos de vivir nuestro día a día y que, al utilizarlas voluntariamente o por hábito, permite que perviva ese esquema simbólico que ellos pretenden mantener a toda costa. Les niego, dentro de mis posibilidades, ese poder de pervivencia.
Lo voy a intentar y ese va a ser uno de mis propósitos para este años recién nacido. Insisto en que se admite todo tipo de ayuda posible. Gracias de antemano.
Teresa Mollá Castells [email protected] La Ciudad de las Diosas