En 1882, Julio Verne escribió un cuento titulado "El rayo verde" en el que contaba la historia de una joven que emprendía un viaje con la intención de observar por si misma un fenómeno atmosférico de inusual belleza, pero que sólo duraba un instante justo después de que el sol desaparecía en en horizonte bajo el mar. Según la leyenda escocesa descrita en un artículo que la protagonista había leído, si el rayo de color verde que aparecía en ese instante era observado al mismo tiempo por dos personas, las dos quedaban automáticamente enamoradas la una de la otra.
Me acuerdo de haber leído ese cuento cuando era niño, en una colección en la que también estaban "20.000 leguas de viaje submarino", "Cinco semanas en globo" y "Viaje al centro de la Tierra" y siendo sinceros, el cuento del rayo verde era con diferencia el que menos me había gustado de todos. Aun así recuerdo que me había intrigado aquel rayo de colores que aparecía al ponerse el sol y quizas por eso siempre me quedo embobado mirando las puestas de sol con la esperanza de que aparezca el dichoso rayo, pero nunca apareció.
El caso es que hace unos meses, leí un post en el magnífico blog de Manel Soria, que ya mencioné aquí varias veces y que vuelvo a recomendaros que visitéis, en que que comentaba esa leyenda e incluso mostraba una foto que había logrado hacer del famoso rayo mientras estaba en un viaje en Chile. Me acordé entonces del cuento de Julio Verne y empece a buscar en internet y me quedé sorprendido al comprobar que se trataba de un fenómeno real, pero que sólo se podía ver durante un instante, nada mas ponerse el sol y sólo en aquellos días en los que la atmósfera estába muy limpia y con una visibilidad perfecta, lo que en el Cantábrico no suele ser muy frecuente.
Desde que leí ese post, empece a revisar todas las fotos de puestas de sol que tenía por casa, que son unas cuantas, tanto en diapositiva como en digital, ampliando las imagenes a ver si veía algo verde, pero nada. Y a pesar de que siempre me había gustado fotografiar puestas de sol, desde entonces, nunca deje pasar una ocasión si tenía la cámara a mano a ver si de una vez conseguía cazar al escurridizo rayo verde, y siempre ocurría lo mismo: sol amarillento, sol rojo, sol naranja, y después nada.
Este pasado viernes estuve en Nuveana, el día había estado completamente despejado debido al fuerte viento del nordeste y la visibilidad era muy buena, así que volví a intentarlo de nuevo. Monté el tele en la cámara, la puse en el trípode, conecté el cable disparador y esperé a que el sol se escondiera. A medida que el disco iba bajando empezaron a cruzarse nubes por delante, nada bueno, pero como ya tenía todos los artilugios montados, puse el disparo de ráfaga, esperé hasta que quedaron tres o cuatro segundos para que desapareciera el sol e hice unas cuantas fotos seguidas sin ninguna esperanza.
Nada mas terminar revisé las imágenes y al ampliarlas un poco algo raro me llamó la atención, en la tercera o la cuarta me pareció ver un puntito verde de poco mas de un pixel que estaba justo encima del sol. Al seguir pasando fotos ese puntito parecía crecer un poco hasta que al final apareció claramente una línea horizontal de color verde. Toda la secuencia había durado poco más de un segundo. No se si sería "un verde que ningún pintor puede obtener en su paleta, un verde cuya naturaleza no se encuentra ni en los variados verdes de los vegetales ni en las tonalidades de los mares mas transparentes, un verde que sin duda era el verde de la esperanza", como había escrito Verne en su cuento, pero era mi pequeño rayito verde, y por fin lo había cazado, aunque en este caso y a pesar de que estaba mirando por el visor no se si realmente lo habré visto o si sólo lo habrá visto el sensor de mi cámara.
Aquí os dejo la secuencia de fotos tal como salieron de la cámara (solo pasando del raw al jpg y recortando), pero sin hacer ningún tratamiento posterior en photoshop. Si os fijáis, en la tercera foto ya se aprecia un puntito verde encima del disco del sol, y en las dos últimas ya se ve el rayo verde (o más bien la raya verde). Podéis pinchar en las fotos para ampliarlas.
Como comentaba antes, este fenómeno ya había sido descrito en un artículo aparecido en la revista Science en 1883 y se explica por el efecto de la refracción atmosférica y a la difracción producida por las partículas de polvo que flotan en la atmósfera, que hace que se dividan los componentes rojos y verdes de la luz, de forma que durante un instante es posible verlos por separado. Si os interesa una explicación física más detallada podéis encontrarla en este link.