Un reconocimiento histórico al movimiento vecinal: una victoria para la democracia

Los días 27 y 28 de mayo de 2025 quedarán marcados en la historia del movimiento ciudadano. El Congreso de los Diputados ha aprobado una proposición no de ley que reconoce oficialmente la importancia del movimiento vecinal para la democracia española y que insta al Gobierno a promoverlo, fortalecerlo y explorar una posible regulación específica para estas organizaciones.

Este reconocimiento no es solo un gesto simbólico: es la corrección de una deuda histórica. Las asociaciones vecinales fueron protagonistas en la lucha por la democracia y en la mejora de la vida en nuestros barrios. Desde finales de los años 60 y durante la Transición, el movimiento vecinal fue escuela de ciudadanía, impulsando derechos básicos como la vivienda, el transporte público, la sanidad o la educación. Hoy, esas mismas organizaciones siguen trabajando en retos actuales como el derecho a la vivienda, la sostenibilidad, la igualdad y la defensa del espacio público frente a la mercantilización.

La Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales (CEAV), que agrupa a más de 100 federaciones y confederaciones y más de 3.000 asociaciones vecinales de todo el Estado, entre ellas la Asociación Vecinal Lanuza Casco Viejo, celebra este logro que considera histórico. No solo se reconoce el pasado del movimiento, también su presente y su futuro como pieza fundamental de la participación ciudadana.

La resolución aprobada por el Congreso incluye tres compromisos clave:

Promover el asociacionismo y el desarrollo del movimiento vecinal, como cauce participativo para mejorar la vida en barrios y municipios.
Analizar la creación de una regulación específica que defina derechos, obligaciones y principios de estas organizaciones, respetando las competencias autonómicas.
Impulsar la formación y la interconexión del movimiento vecinal, fomentando metodologías de participación, acción comunitaria y repositorios de activos comunitarios.

Con más de un millón de personas implicadas en asociaciones vecinales en toda España, el movimiento vecinal sigue siendo uno de los pilares más sólidos de la democracia. Este reconocimiento supone un paso fundamental para garantizar que la voz organizada de la ciudadanía tenga fuerza, recursos y legitimidad en los espacios de decisión.

Ahora el reto está en que esta proposición no quede solo en palabras, sino que se transforme en políticas concretas que fortalezcan la participación, la cohesión social y la defensa de los derechos colectivos. Porque sin barrios vivos y organizados, no hay democracia real.