Anunciada esta petición, se presentaron al palacio cientos de pretendientes con su regalo en mano: joyas, rosas, cuadros, prendas de vestir…
Un campesino que había escuchado los rumores del palacio, consciente de que por el estado de su pobreza no tenía nada que regalar, no dejó que esto le impidiera presentarse al palacio.Puesto en fila, el campesino esperó turno, y cuando llegó su momento sólo expuso una idea:_ ¡Princesa, tengo un regalo para ti que quizás nadie te ha hecho! ¡El regalo está en la naturaleza del bosque, sólo allí podemos encontrarlo, debes venir conmigo!La princesa lo miró con incredulidad pareciéndole arriesgada dicha propuesta. Mas el campesino insistió tanto que finalmente la princesa aceptó.A la tarde del día siguiente, el campesino fue al castillo a buscar a la princesa Amira y se marcharon montados a lomos de caballos. Al llegar al bosque el campesino la ayudó a bajar del caballo y le pidió que caminaran juntos.Mientras caminaban por la espesura del verde bosque, la princesa podía apreciar el rechinar de las hojas secas bajo sus pies. Y el canto de un grillo oculto en un rosal.El campesino camina en silencio buscando palabras que expresar hasta que mirando la belleza del bosque decide hablar; pero justo en ese momento dos jabalíes salen corriendo a toda velocidad de entre unos matorrales y le rompen la parte baja del vestido a la princesa.Ésta cae al suelo y los jabalíes dan media vuelta queriendo embestirla. La princesa rápidamente se levanta del suelo sabiendo que no le queda más remedio que correr por su vida. En la huida pierda un zapato, luego el otro. Entre gritos y saltos no hay manera de parar…Dos pajaritos, uno azul y otro amarillo que observan el panorama desde la rama de un árbol se tapan los ojos con sus dos alas para no ver el fatal desenlace. También dos ardillas, que estaban encaramadas en el mismo árbol se les cayeron las nueces que se estaban metiendo en la boca por el sobresalto.Los jabalíes continuaban persiguiendo a la princesa por lo que el campesino muy preocupado agarró una rama y corriendo detrás de ellos los ahuyentó.Con respiración excitada por la huida la princesa se sentó junto al tronco de un árbol con las manos sobre su cabeza. El campesino rápidamente se acercó y puesto de pie frente a ella dándolo todo por perdido pensó:_ ¡Yo sólo quería regalarte un bello momento, pero veo que no ha sido buena la idea! - Luego se acercó a la princesa explicando:_ ¡Levántate del suelo, te llevaré a tu castillo! ¡Perdóname esto no ha sido buena idea!
La princesa levantó la mirada y notó que los hermosos ojos verdes del campesino estaban nublados pareciendo que iban a llover lágrimas de frustración.Los dos pajaritos y las dos ardillas que estaban subidas en el árbol, sintieron tristeza por el campesino. Por eso decidieron ayudarle con el objetivo de hacer sonreír a la princesa para que se olvidara del susto que había pasado y se sintiera a gusto con el campesino con el siguiente plan:Primero llegó el turno de las dos ardillas que bajaron del árbol de puntillas y puestas en pie frente a la princesa le hicieron un gran baile y luego le regalaron una corona margaritas.Era el turno de los dos pajaritos. El pajarito azul se acercó a la princesa haciendo una acrobacia con su vuelo y después dejó caer sobre la cabeza un collar de margaritas.Por último le toca el turno al pajarito amarillo. Éste le lleva una pulsera de margaritas en su pequeño pico; pero en lugar de dejarla caer en la mano de la princesa se le ocurre la idea de volar frente a ella danzando en vuelo al compás del viento._ ¡Qué bonito!_ grita la princesa mientras se levanta y corre detrás del pajarito amarillo intentando atraparlo hasta que sin darse cuenta tropieza con una rama seca de un árbol y cae boca abajo al otro lado de ésta.El pajarito amarillo gira la cabecita y al mirar hacia atrás se da cuenta de que la princesa se había caído. También en ese momento desde la altura de un árbol escucha las reclamaciones y los gritos de las ardillas. Con su carita preocupada vuela hacia la princesa intentando pedir disculpas, pero esta situación le puso tan nervioso que se le salió la caca cayendo sobre el hombro de la princesa.Cuando las dos ardillas notación esta acción se taparon los ojos muy avergonzadas. El pajarito azul hizo lo mismos.Sin embargo el pajarito amarillo con mucha ansiedad miró a la princesa y pensó:_ ¡La he cagado!_ y levantando el vuelo se posó sobre la rama de un árbol avergonzado.
El campesino, que desde una corta distancia observaba el panorama sentándose en el suelo junto a la princesa le explicó:_ ¡Lo siento, no tengo regalo que darte! Yo sólo quería…., pasar un momento contigo y…, todo ha salido mal.La princesa escuchando atentamente las palabras del campesino y sin dejar de mirar sus hermosos ojos verdes le confesó:_ Me gustan las personas detallistas; pero más me gustan las personas que saben regalar momentos especiales. Este ha sido mi regalo especial.
_ Perdona princesa, pero no sé por qué llamas a esto… momento especial _ preguntó el campesino._ He corrido, gritado, sonreído, he tenido contacto con la naturaleza y he disfrutado de una muy buena compañía. ¡Un regalo especial no tiene que ser perfecto, sino mágico! _ maduró la princesa.Al escuchar esas dulces palabras el campesino sonrió de alivio y felicidad, y más se alegró cuando la princesa se acercó y le besó.Aprovechando este beso el pajarito amarillo empujado por las ardillas y por el pajarito azul se acercó y le entregó la pulsera de margaritas a la princesa.
Autora: María Abreu