“Nadie es libre, si no es dueño de su destino.”
La citada frase sirve para definir y entender a la perfección como se desarrolló de modo pacífico el proceso de descolonización de Bostwana, liderado por su rey Seretse Khama, que permitió la llegada de la democracia a su país.
La cineasta Amma Asante, autora de Belle, ofrece una historia de amor interracial entre el mencionado príncipe y la oficinista londinense Ruth Williams. Se trata de una adaptación del libro de Susan Williams, titulado Colour Bar que, como habrán imaginado, está basado en hechos reales.
La realizadora se ha sentido identificada con el proyecto y nos vendió el producto de un modo original, mostrándose buena conocedora de la realidad: “Lo considero una historia tan británica como africana. Es tanto parte de la historia del Reino Unido como de la historia de Bostwana. Y era importante para mí ponerme en el lugar de los personajes. Y eso incluía a los políticos británicos cuyas acciones quizá hayan parecido racistas, pero cuyas motivaciones eran proteger sus intereses nacionales. Quería mostrar el dilema real del gobierno británico. También tomé la decisión deliberada de contar la historia a través de los ojos de los protagonistas. El público negro se identificará con la experiencia de ser ”el otro”. Pero cuando Ruth llega a ese país africano, ella es la foránea y ella es la que es vista con recelo. Así que estamos tratando la idea del “otro”. Realmente quería mostrar a Ruth desesperada por conseguir la aceptación del pueblo de Bostwana, no era una “salvadora blanca”, necesitaba que le apoyasen.”
Esta directora nos ofrece una cinta clásica con cuidada fotografía en la línea de Pasaje a la India y Laurence de Arabia de David Lean. Los diálogos van al grano. Son directos, pero no por ello están exentos de profundidad porque en su sencillez explican tanto la problemática del país como el modo de proceder de los políticos.
Esta magnífica producción que, a mi juicio debería entrar en la carrera por los Óscar, ha contado con dos actores de gran nivel como David Oyelowo y, muy especialmente, Rosamund Pike por su amplio abanico de recursos interpretativos.
La película demuestra que el amor no tiene fronteras y que cuando eres una sola carne, puedes ponerte en el pellejo del otro, superando las dificultades con sacrificio pero sin perder la esperanza en que se pueda levantar el vuelo. Esta producción refleja que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, puesto que sus apariciones fueron trascendentales para la consecución de ese noble objetivo porque es de los pocos países de África que han logrado vivir de forma próspera tras lograr su independencia sin dejarse influenciar por la Sudáfrica del Apartheid. Hay que prestar atención al conmovedor discurso y el modo en el que ella se gana la confianza de un pueblo y una cultura sabia de gran interés antropológico. La labor política de Seretse fue alabada por el político sudafricano Nelson Mandela que llegó a decir que su cometido fue un faro de luz e inspiración.