¿Qué tal amigos? de “nocreasnada”, esta tarde, les relataré algo de mi experiencia personal, una situación muy triste que si no hubiese tenido un final positivo, ahorita mi sobrino, Jorge Eduardo, estaría 3 metros bajo tierra en algún cementerio y su alma, vagando en otra dimensión, penando, por no haber llevado a cabo su sueño de tener experiencias normales como las de cualquier otro adolescente, y, su servidor, también sería un cadáver y mi alma, penando por mi sobrino. Sin tanto bla, bla, comencemos este triste y feliz relato:
El 31 de julio del año 2002, tuve la mayor felicidad en mi vida, vino a este mundo, Jorge, mi querido sobrino, hijo de mi hermana Claudia. La alegría fue tan grande, pues él nació en nuestro hogar, conformado por mis padres,(QDDG) mi hermano Luis, 3 años mayor que yo, y mi hermana; todos viviendo bajo un mismo techo. El padre de Jorge es un “gringo” a quien Claudia conoció, mientras ella trabajaba en un exclusivo hotel de la ciudad capital de mi país, El Salvador; enamorándose, perdidamente de él, trayendo como consecuencia a esta preciosidad de ser. Desde su nacimiento, nunca más supimos de su padre, Tracey, quien ,debido a problemas que tuvieron con mi hermana, él , simplemente, desapareció.El primer sentimiento que tuve hacia George, fue el de ser un padre, esa figura ausente en el momento de su nacimiento, mis emociones se comprometieron a su máxima expresión, mientras que algo en mi interior me decía con sabiduría: “no te encariñes de hijos ajenos porque cuando se vayan, el daño emocional hacia tí será enorme”. Mi apego crecía más y más, con el paso de los días. El ver a esa criatura, pequeña e indefensa correr de felicidad por la casa, examinando cada cosa , cada detalle por muy insignificante que pareciera. En medio de toda esa felicidad, todo lo que Jorge había alumbrado nuestras vidas y en especial la mía, noté algo raro, fue el hecho de que estaba tardando en hablar, en decir palabras y mantener conversaciones como otros niños de su misma edad (entre los uno y los 4 años). A pesar de haber visto esa señal de alarma, me hice el desentendido y pensé que era natural ese comportamiento, pues él apenas conocía su mundo; además, era un niño feliz, sonriente y su carita reflejaba una alegría e inocencia infinitas. Desde los 2 años, lo comencé a sacar a pasear por las calles y parques, mi hermana confió, ciegamente en mí. Yo, para mi sobrino, era el reemplazo genuino de padre. Aquel chico disfrutaba a plenitud, cuando me lo ponía en mis hombros, y lo cargaba así ,por horas. Mi apago por mi sobrino, en cada momento, crecía y crecía. Esa dependencia emocional iba en exagerado aumento, principalmente, porque a mis 34 años, en el 2002, no estaba casado, no tenía novia, ni, mucho menos , hijos; siendo hasta la fecha así. Lastimosamente, no he tenido la suerte de muchos hombres, quienes han encontrado a esa persona ideal con quien formar una familia. Eso a mí no me importaba, pues George había llegado en el momento preciso para llenar ese vacío, ese hueco ,tan detestable, que se siente cuando uno no tiene hijos. Él lo era todo para mí las 24 horas del día; incluso yo lo cuidaba cuando mi hermana salía a trabajar. El tiempo pasó y cuando él había cumplido los 5 años, mi hermana fue llamada por los encargados del kinder donde George estudiaba y le hicieron saber que él podría tener ciertas condiciones de hiperactividad y déficit de atención,a lo que ella reaccionó de una manera de no aceptación, su mismo “amor de madre” le había producido el reaccionar así. Después de esto, George tuvo que transitar por varias instituciones educativas en las que no duraba, debido a esa incapacidad de mantenerse quieto y fijar la atención; fue hasta ese momento, que Claudia decidió llevarlo donde un pediatra que a la vez era neurólogo y confirmó su diagnóstico, mi sobrino tenía hiperactividad y déficit de atención, para lo que se le recetó ritalina y otro medicamento que no recuerdo su nombre. Yo ya había visto síntomas de la hiperactividad y del déficit, cuando intentaba enseñarle a leer, minutos cortos se mantenía atento y, luego, se levantaba, y corría por toda la casa, sin poder mantener fija su atención en una en actividad específica. Yo, como un ignorante total, utilicé la forma de enseñar con regaños y siendo riguroso ; lo que , al final, dio frutos pues aprendió a leer, pero tuve que haber tomado en cuenta su condición Cuando el chico cumplió los 7 años, fue matriculado en una institución que se supone trata casos especiales en niños como hiperactividad, déficit de atención,incluso autismos. Desde ese momento, nos sentimos felices en la familia, pues observamos que él se relacionaba bien con sus maestros y, hasta cierto punto con sus compañeritos, Jorge parecía un niño totalmente feliz a pesar de su condición. Mi hermana y yo le ayudábamos con las tareas pero, él, mostraba desinterés en su estudio, pienso yo, por su hiperactividad y déficit; pero , a pesar de eso, logró culminar hasta tercer grado. LLegamos al año 2006, y fuimos sorprendidos por la muerte de mi padre, llamado Jorge también, a manos de una cirrosis fulminante. No voy a negar que me dolió la muerte de mi papá, pero no tanto, pues él no había sido un padre ejemplar, él dejó muchos vacíos en mi vida, siempre fue alguien ausente en mi vida; además, Jorge llenaba todo en mí. La vida, en familia, iba bien, hasta que, ocho meses después, sí sufrí una pérdida , muy dura y devastadora. Mi madre, Julita, no pudo soportar la partida de mi padre y fallece de un cáncer terminal en los ovarios. Mi mamá había sido la única persona que conversaba conmigo, llenando esa falta de mi padre a lo largo de mi niñez y adolescencia. Mi padre nunca estuvo allí para un consejo o un abrazo amoroso, para un apoyo en momentos difíciles que todo adolescente transcurre. A la muerte de mi madre, no lloré, no me lamenté, porque yo sabía que tenía que ser muy fuerte para mi sobrino y mostrarle que yo no me derrumbaría, a pesar de la pérdida total de esa persona que me dio la vida, a quien debo estar aquí. Entre los años 2008 y 2010, todo, aparentemente, estaba transcurriendo de manera normal, salíamos con Jorge a todas partes, íbamos al zoológicos y a jardines botánicos , subíamos colinas, visitábamos ludotecas, etc, y teníamos horarios para hacer tareas. Por su parte, mi hermana, trabajaba muy duro en el hotel y yo le echaba la mano con Jorge, hasta que, a mediados de 2010, Claudia nos dio una noticia, que fue tomada ,en un principio,como algo que no afectaría a nuestra familia de manera muy negativa, principalmente a Jorge y a mí, ella había decidido irse a Estados Unidos a casarse con otro estadounidense , que conoció en internet, y a través de ese matrimonio legalizaría su situación allá, llevando a su hijo sin ningún problema, y así fue, mi sobrino, ahora, está allá, pero a un costo que a ningún adolescente o a algún adulto se lo deseo.
Buenos amigos, mañana continuaré con este interesante relato. Por favor, pongan atención en esto, porque, a lo mejor, ustedes pueden tener el mismo problema en su familias.