El eco lejano de tus palabras
se diluía en un silencio artificial;
se me clavaba muy adentro,
como negro punzón de dolor oculto,
como un cristal opaco y marmóreo.
Sin prejuicio, observo el cuadro de la vida
en la pared de los sentimientos,
calladamente, sin público, sin ruido,
mientras suena en el piano nuestra música.
Absorbo el aroma de tu lirio en mi maceta
y libero nuestra triste codorniz enjaulada,
ocultando mis sentimientos al rojo vivo,
aunque la lámpara delate mis ojos inundados...
Texto: Pau Fleta