Revista Regiones del Mundo

Un retraso inesperado

Por Arielcassan

 

Era de esperar que en un viaje tan largo, sucedan algunas cosas como las que voy a contar ahora. Uno no puede pretender que en tanto tiempo, sólo pasen cosas buenas, pero lo que quizás uno espera es que no pasen tan pronto…
 
Tras una fría y larga noche en la Terminal de Buses de Londres, ya estaba camino a mi siguiente destino en Inglaterra. Por la falta de disponibilidad en el hostel donde estaba, decidí pasar en la estación las pocas horas que faltaban para mi bus. Acompañado por un lituano y un búlgaro con los que sólo podía comunicarme en el universal lenguaje de señas y gestos, eramos expulsados una y otra vez por el mismo guardia de seguridad que nos echaba con supuestos motivos como “cerramos la terminal por limpieza”, “no pueden estar en este lugar porque es privado” o “acá no se puede dormir”. Pero tras la noche dura, ya estaba camino a Salisbury.

Paisaje inglés

Típico paisaje del "countryside" inglés

Salisbury es un pueblito inglés famoso por su catedral medieval, pero más que nada por ser el sitio más cercano a Stonehenge, el mítico complejo de piedras apiladas en círculo, conocido mundialmente por su antigüedad y por haber sido un salvapantallas de Windows.

Catedral de Salisbury

Catedral medieval de Salisbury

Una hora en el lugar alcanza y sobra para defraudarse ante lo poco que hay para ver, y seguir viaje. Pero hay algo que no había tenido en cuenta. Al llegar a Salisbury noté que todo estaba cerrado, inclusive la pequeña terminal de ómnibus. Era domingo y encima feriado, que sumado a la niebla, lo convertía prácticamente en un pueblo fantasma. Hasta el día siguiente, no iba a haber ningún otro servicio hacia mi próxima ciudad, y dada la lluvia incesante que caía sobre el país desde hace una semana, decidí pasar la noche en el único hostel del lugar.

Stonehenge

Complejo megalítico de Stonehenge

Allí fue cuando sentí por primera vez que algo raro tenía en el labio inferior. Se sentía hinchado de un lado, cómo si alguien me hubiera boxeado. Aún reconociendome a mi mismo como medio torpe, no recordaba haberme dado ningún golpe. La molestia se sumaba a dos ronchas que tenía en el brazo desde Paris, y aunque no sabía si ambas cosas estaban relacionadas, ya empecé a preocuparme. A la mañana siguiente, la situación ya era casi espantosa.

Mi siguiente destino era una ciudad un poco más grande, donde probablemente iba a poder recibir mejor asistencia si esto aumentaba, así que decidí moverme con un bus local que me llevó por unas pocas libras.

Llegué a Bath, obviamente, bajo la lluvia. De hecho, no recuerdo si hasta el momento hubo un día que no haya llovido. ¡Y yo que había elegido especialmente abril para aprovechar la primavera! Quizás al clima inglés no le gustaban los argentinos, como se atrevió a decir algún estúpido británico que me crucé por ahí.

La ciudad me sorprendió por su encanto antiguo y por sus paisajes. Definitivamente fue un acierto elegirla como parte del recorrido. Tras visitar los famosos baños termales romanos (los mejor conservados al momento) y la majestuosa abadía, fui directo hacia la Universidad, donde me esperaba mi primer anfitrión del viaje.

Baños romanos de Bath

Baños romanos de Bath, con la abadía de fondo

Contaré en otro post sobre el sitio CouchSurfing y cómo funciona, pero a muy grandes rasgos, es gente que hospeda a gente desinteresadamente, con el único objetivo del intercambio cultural y pasar un buen rato.
Colin, un norirlandés residente en la Universidad, me recibió de excelente manera, me dió hospedaje un par de días, me presentó a sus amigos y me llevó a recorrer el Campus. Siempre había querido ver desde adentro una universidad de ese estilo. Enorme, casi una mini ciudad, con muchos de los estudiantes viviendo e investigando ahí, y con la vida académica y nocturna que eso conlleva, por lo que la experiencia fue genial.

Paisaje de Bath

Paisaje de Bath

¿Y qué pasó con lo del labio? Bueno, empeoró. Decidí no poner fotos en este post para no espantar a nadie, pero claramente algo se había infectado y muy feo, dejandome el labio con el aspecto de una morcilla. Una de las ronchas del brazo estaba mejor, pero la otra estaba hecha un desastre también.
Recordé la película Hitch y pensé que habría sido una reacción alérgica a algo que había comido. Pero antes de tomar antihistamínicos por mi cuenta, preferí ir al Hospital de Bath a ver que me decían.

Después de varios diagnósticos distintos de enfermeras, se pusieron levemente de acuerdo en que probablemente “algo” me había picado en el brazo, que se había infectado, y que eso pasó de mis manos a la boca, produciéndome la inflamación. “5 días de antibióticos, sin tomar alcohol y no te vayas de la ciudad hasta por lo menos, no ver que está mejorando”, fue la conclusión. No tenía sentido seguir en la Universidad ya que estaba siendo un pésimo huésped, todo el día en la cama, así que me fui a un pequeño pero simpático hostel en el centro del pueblo.

Hoy, dos días después, sigo relativamente igual, y mañana volveré al hospital por una revisión.
¡Al menos, esta mañana paró de llover! ¿Lo tomo como un buen augurio? No lo sé, pero por algo llamé a este viaje “La Odisea”, con lo bueno y lo malo que podía traer. Las ganas siguen firmes como siempre, y aunque sigo varado en Bath por este retraso inesperado, al menor signo de mejoría seguiré rumbo a Gales a continuar con esta Odisea.

Espero que el próximo post ya me encuentre en camino y mejorado.
¡Saludos a todos!

 


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