La mayoría de los informadores de política nacional aseguran que Mariano Rajoy está irritado con Felipe VI porque invitó a Pedro Sánchez a formar gobierno, pese a tener 33 diputados menos que el PP, en lugar de facilitar unas nuevas elecciones que quizás le darían más representantes.
Ese supuesto enfado, que desmienten los populares, fue tomado como verídico por el PSOE, Podemos e Izquierda Unida, que denunciaron públicamente a Rajoy por injerirse en la función de la Corona.
De esos tres partidos de izquierda sólo el PSOE es un declarado constitucionalista, y pese a su origen republicano, no se plantea eliminar la función del Rey.
Pero los otros dos proponen derrocar la monarquía y sustituirla por una república para la que, como máxima concesión a Felipe VI, le proponen que se presente como candidato presidencial.
Pero apoyando la actual neutralidad apartidista del Rey lo que han hecho ambos es bendecir su existencia y función, es decir, declararse monárquicos empíricos, como tantos españoles.
Acaban de descubrir la utilidad de una representatividad independiente, imparcial y ajena a los partidos políticos.
Imaginemos a un presidente de república votado, por ejemplo, bajo la irritación generada por el zapaterismo: seguramente sería también popular como Rajoy, pero con más años de mandato que el primer ministro.
Hemos visto muchas veces, sobre todo en Francia, la mala conllevancia entre el presidente de la República, de un partido conservador y el primer ministro socialista, y viceversa.
En esa Francia un presidente conservador o socialista difícilmente invitaría al partido perdedor y contrario a su ideología a formar gobierno, algo que, gracias al Rey, se da en España.
Lo mismo que Juan Carlos I se ganó a la izquierda el 23F, su hijo está atrayéndose su aprecio ahora.
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SALAS
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Y esto no es de Salas. Es una verdadera fotografía de lo que nos espera en el mar de PSOE-Podemos