Acabo de volver de la reunión con el grupo pionero. Llueve, a ratos torrencialmente, y al sonido de la lluvia le acompañan esporádicos relámpagos y truenos. A pesar de los indicios de estar incubando algo (empiezo a sentirme como un tripulante de la Nostromo), me siento bien. La lluvia me relaja, me vuelve sobre mí y me incita a la intimidad, a esa intimidad en la que percibes que Él te habita.Feliz fin de semana de lluvia.