¡Qué duro fue el sábado!. Ni mi sesión de relax, baño y cremitas pudo amortiguar la tensión del final del día. Y es que los críos a los 3 años están en ese momento de sus vidas donde necesitan siesta, pero no la quieren, necesitan descanso pero no hay manera de que se tumben. No vaya a ser que pierda tiempo en dormir y no pueda ... ¡¡jugar!!.
Este duro invierno madrileño que estamos pasando concedió ayer por la mañana una pequeña tregua y se pudo salir al parque, triciclo y pelota en ristre. Os aseguro que si yo hiciera la mitad del ejercicio que hace mi hijo tendría unas piernas como las de Beyoncé. Aunque antes de salir el niño ya estuvo "calentando" en casa: sesión de carreras varias, saltos, y un largo etc que podréis imaginar. Desde las 9 que despertó hasta las 12 que salió parar lo que se dice parar, paró poco.
Después de la comida consigo que se acueste un rato, eso sí, sobornándole con dibujos animados. Consigo que se duerma, pero hay de mi, a los 20 minutos, ataque de tos, se despierta. Y ya no hubo manera.
Por la tarde a Carrefour, cosa que odio hacer un fin de semana, pero había necesidades extremas que atender. Se lo pasó genial, se monta en los camiones y coches varios (los de 1 €uro el viaje.... me arruina este niño). Y de pronto, ve las colchonetas. Colchonetas con arneses, de esas que te suben casi al techo. 40 minutos de cola, pero una cede, sé que le vuelven loco y bueno, tampoco fue tanto esperar. Lloriqueos varios, gemidos, aburrimiento, y sobre todo cansancio, ese cansancio que aparecía y que consigue que mi dulce niño parezca el increíble Hulk. Conseguimos apaciguar a la bestia, y por fin llegó su turno. Saltos, piruetas, carita de emoción. Al final, un superglobo de premio. Todo va bien, pensé yo. Pero al ir al coche, la bestia apareció, y se tragó a mi dulce criatura. Berrinchón y de los buenos. Y la gente mira, como no, y me dan ganas de decirles, ¿qué?, ¿vuestros hijos no lloran, no? Porque curiosamente quien más te mira es quien va con niños.
Vivimos a 5 minutos en coche del centro comercial, bueno pues nos costó media hora larguita.
Y después de este ataque de ira y sueño, que mejor no os narro, mi dulce pequeño aparece de nuevo como si no hubiera pasado nada "mamá, ya no vuelvo a llorar, te quiero mucho, te quiero dar un beso". Mamá estaba enfadada y así se lo hice ver y se lo expliqué. Y él, se dejó duchar, se comió su cena solo sin protestar, sonriéndome con cara angelical, a sabiendas de mi enfado. Se acostó a las 9,30 horas, os aseguro un record total, sin decir ni mú.
Un duro sábado, la verdad. Espero que este domingo lluvioso y frío me depare algo más de calma.
Feliz día.