El color morado o violeta se produce al mezclar azul y rosa, dos colores culturalmente asignados a hembra o varón, que se unen en uno solo. Seres humanos con igualdad de derechos. El movimiento feminista adoptó el color y de él se han teñido pancartas, letreros, lazos, camisetas y todo lo que lo represente. Otra razón del color morado se atribuye a la tragedia ocurrida el 25 de marzo de 1911 en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York, las trabajadoras se quejaban de las pésimas condiciones de trabajo cuando se desató un terrible incendio en el edificio y las empleadas no pudieron huir de las llamas porque las puertas estaban cerradas, 146 personas, de las cuales 123 eran mujeres, murieron. Se dice que el humo que salía por las chimeneas de la fábrica durante el incendio era morado debido al color de las telas con las que estaban trabajando.
Nací mujer, la tercera de cuatro hermanas, mi padre fue el único varón entre cinco hermanas y era un ser extraordinario. Una de mis primas vivió en casa largo tiempo y mi abuela pasaba largas temporadas con nosotras. Teníamos ayuda doméstica femenina y ellas se convirtieron en madrinas y amigas. Estudié en el colegio Nuestra Señora del Carmen, un colegio femenino llevado por monjas. Crecí en un mundo de mujeres. Cuando me vino la mestruacion mi hermana me abrazó y me felicitó. Me sentí feliz y plena al aceptar mi sexo con sus compromisos y bondades. Crecí viendo a mi madre pedalear en su máquina singer y trabajar. Escuché los cuentos de mi abuela relacionados con mujeres y supe de las dificultades que enfrentaron las mujeres en las Islas Canarias incluyendo a mi bisabuela. Agradezco y trato de entender la lucha generacional que se ha dado para llegar hasta aquí en un mundo donde no siempre hay justicia de genero. Fui y soy privilegiada, pues tuve acceso a los libros, a la educación, a la música, a las artes, a la alegría y a la abundancia. Gracias a todo ello pude conocer la lucha de las mujeres para lograr en ciertos países los derechos básicos como el voto, la igualdad de sueldos, las oportunidades y el respeto. Aún hay mucho camino por recorrer. Según los indicadores de desarrollo sostenible las mujeres conforman casi dos tercios de los analfabetos del mundo, la mayoría de los pobres del mundo son mujeres; hasta se le ha dado una connotación a este hecho: “Feminización de la pobreza”. A nivel mundial y según las estadísticas las mujeres tienen menos acceso a los servicios sociales básicos, más probabilidad de no tener comida (en muchas familias la mujer es la que come de último), y hay una brecha salarial que muestra que ganan menos dinero que los varones por el mismo trabajo y aún las que están más educadas que ellos consiguen trabajos de menor jerarquía, existen 39 naciones en las que los hijos varones tienen derechos de herencia que las hijas no, y solo el 20% de la tierra del planeta pertenece a mujeres mientras que el 80% son de varones, se estima que las mujeres son las responsables de recolectar el agua en el 80% de las casas sin agua corriente. Las estadísticas dejan de ser números cuando le ponemos nombre a cada una de esas mujeres afectadas. Y hasta me duele pensar en las que nacen en uno de esos 30 países que continúan realizando la mutilación genital femenina a pequeñas niñas, igual que las operaciones y drogas obligadas a las que son sometidas para detener la maternidad o provocarla. Muchas no pueden elegir esposo y se someten a códigos legales de obediencia a él. Además de forzarlas al matrimonio infantil. La trata de persona en su mayoría se trata de víctimas mujeres con fines de explotación sexual y no hablar de la violencia machista. En muchos países todavía existen códigos legales que obligan a la mujer a obedecer a su esposo, a su padre y sus hermanos y olvidarse de sus deseos propios.
Hoy celebro a mi madre, mis hermanas y primas, a mi hija, mis madrinas, mi abuela y bisabuela y a todas las generaciones de mujeres que permitieron que yo pudiese votar, ir a la universidad, vestirme con minifalda o como quiera, divorciarme si lo deseo y todos los derechos que hemos ido conquistando.
Feliz día a las mujeres que cuidan su cuerpo a cualquier edad, a las que hacen yoga o cualquier ejercicio, a las que en sus alimentos ven su medicina, a las que meditan, leen y se cultivan, a las que se sanan con el sol y la naturaleza, a las procuran curar no solo sus traumas sino los de su línea generacional. Felicito también a las que son fértiles, no solo por la maternidad sino en cada acto que produce arte y educación, a las que se cultivan y a las que derraman amor.