Revista Diario

Un secreto

Por Bergeronnette @martikasprez
De pequeña cogía un mínimo de cuatro aviones al año. Eso no es mucho... Ahora. Uno de los últimos viajes que hice en familia, fue un intento fallido a Copenhague, embarazada de tres meses de la petite. Imaginaos, un avión para ir de una isla a otra. Y luego uno para ir hasta allí. Luego resultó que ese avión no estaba en el aeropuerto, que teníamos que esperar un día más, y nuestro viaje de cinco días se convertiría en uno de un poco más de tres. Así que decidimos volver. La historia de las maletas perdidas, los nervios que hicimos por culpa de la falta de información me los ahorro.
En estas islas había dos compañías insulares. Aviones pequeños, con hélices. ¡Y un mal tiempo! Un secreto
Estuvimos esperando dos horas más, en otra sala, a que nuestro avión de regreso saliera. Pocas personas, el equipo de fútbol de los adolescentes, dos azafatas y nosotros tres (cuatro).
Y el secreto que quería compartir es... Nada más salir, no había pasado ni cinco minutos, el avión hizo una caída libre de varios kilómetros, que duró varios segundos. Las azafatas caídas en el suelo. Caras de pánico en los chicos. Y l'aînée y yo jugando. El comandante dio explicaciones en cuanto pudo estabilizar el avión. Una de las azafatas tuvo que meterse en el baño para limpiarse las lágrimas del susto, y los entrenadores del equipo contaban chistes para quitar hierro al momento.
Desde entonces... Coger un avión es tener respeto a algo que antes gozaba.


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