Revista Diario

Un secreto a voces

Por Gatadormida

Un secreto a voces

"Nada es lo que parece ser"

Viernes por la tarde, ¿qué hacer? Ir a tomar cócteles con Mark, Andalucillo y otras 16 personas que no conocía, pero que al terminar la jornada acabé congeniando con muchos de ellos y me han atrapado en un círculo de “viernes cocteleros”. El peligro que induce que esas deliciosas bebidas a tamaño gigante estén a solo 3 euros y poco… Es que a más de uno le sienta mal, o bien, dependiendo de cómo sea el punto de vista de la persona. Entre ellos estaba un chico con quién no me paraba de reír con él (que no es lo mismo que “de él”) y Andalucillo.

No había vuelto a ver a Andalucillo desde una tarde en la piscina donde se mostró un poco mas distante de mí, y el cual marcó su desaparición en mi vida, no por mi parte sino por la suya, y seguramente por los mismos motivos que tuve para dejar mucho espacio entre Mark y yo, hasta ayer. El caso es que él estaba bastante tocadillo, sin más no paraba de hablar y tontear con una pareja de chicas que parecían encantadas. Y en un momento dado en que me encontraba rodeada de ellos, comenzaron  a tener una típica conversación de chicos donde yo sobraba… Algo así como “conquistar a una mujer a 5 centímetros”, lo más gracioso de todo que es como les dije es que a ellas ya les había conquistado hace mucho tiempo sobre todo al chico con quién me reía. Pero ellos siguieron entre sus ensoñaciones frustradas… Lo que me hace preguntar ¿por qué a los chicos les gusta hacerse las víctimas cuando no lo son? El caso es que le dije a Andalucillo directamente que fuera a hablar más tranquilamente con una de ellas, lo cual me salta “no puedo, yo ya estoy con alguien”. Y aquí es donde viene la historia…

Mark me fue diciendo de que conocía a cada una de las personas que estaban presentes, hasta llegar a ella, la cual me dijo que de vez en cuando se liaba con Andalucillo, él no quería pero las mujeres somos muy malas y siempre acababan como acababan… ¿Las mujeres somos malas? No, los hombres son los malos. El caso es que de regreso al metro iban hablando entre susurros ellos dos bajo el paraguas, siempre sobre saltados por nosotros. Ambos quieren aparentar que simplemente son “amigos” o en el peor de los casos “amigos con derecho a roce”, pero en la realidad ellos dos saben lo que hay… Lo que no entiendo es porque quieren aparentar lo que no son, o porque se sitúan a metros de distancia entre ellos, cuando todos sus amigos saben realmente lo que pasa y bromean acerca de ello.

Supongo que a veces nosotros mismos somos los más complicados de convencer de lo que realmente sucede, por así decirlo, somos los más exigentes con nosotros mismos.


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