La infiltración y el espionaje a organizaciones políticas o populares no es privativa de la Gendarmería y su Proyecto X.En más de una oportunidad, constatamos que agentes de la Federal se hacían pasar por periodistas en determinadas movilizaciones, para conseguir “reportajes” que luego eran usados judicialmente contra los entrevistados. Este fue el caso del juicio contra Luis Antón. Justamente, la Justicia consideró nula la ‘prueba’ arrancada por esos métodos, lo que llevó a su absolución en 2007.
Lo que se ignoraba es que hubiera infiltrados permanentes en medios de comunicación independientes.
La infiltración del oficial Américo Alejandro Balbuena en la Agencia Walsh, durante los diez años de gobierno kirchnerista, deja al desnudo que el espionaje constituye una política de Estado.
Balbuena, oficial de inteligencia de la Policía Federal, ingresó en la agencia en 2002 -bajo el gobierno de Duhalde- y se mantuvo espiando a sus integrantes hasta hace pocos días. Fue responsable de la agenda de actividades políticas, lo que le permitió trazarse un ‘cuadro de situación’ del movimiento popular. De ese modo, desde la agencia pudo tener acceso a decenas de organizaciones populares. Balbuena era una presencia infaltable en todas las actividades de las organizaciones de izquierda, antiburocráticas, estudiantiles o piqueteras.
El Ministerio de Seguridad informó que “pasó a disponibilidad” al infiltrado de la policía en la agencia Walsh y que le abrió “sumario administrativo”.
Ello, como si fuera posible que la acción de Balbuena hubiera sido una iniciativa individual y aislada. Deschavado por sus víctimas, Balbuena es destituido por quienes lo mandaron a espiar.
El gobierno de los “derechos humanos” ha hecho de la infiltración y el espionaje un método permanente. Reclamamos la inmediata apertura de todos los archivos de inteligencia de la Side, la Federal y todos los organismos estatales.
Claudia Ferrero
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