Ahora que, por lo que parece, el señor Barbusse me ha dejado aquí a mis anchas, encargado del meollo, sin contraorden al respecto ni de tipo acústico ni de otro signo, hum, les voy a celebrar la aparición de un libro que a mí me promete muchas satisfacciones y quizá a alguno de ustedes también, espero. Así se airean un poco de los ladrillos que les recomienda mi representado.
Ustedes conocen poco al señor Duvenand (que soy yo), claro, es natural, pero desde ya les digo que soy muy aficionado a los libros de tramas detectivescas donde se presenta una puzzle misterioso que una cabeza privilegiada ha de recomponer. Huelga decir mi devoción por los relatos de Sherlock Holmes o del Padre Brown, que leo con fruición una y otra vez en la lengua en la que fueron concebidos.
El auténtico Sherlock en plena deducción
Por eso ahora, sepan que la editorial Acantilado se apunta un tanto a favor de mi estima al publicar hoy mismo en un solo volumen los relatos policíacos del escritor portugués Fernando Pessoa, conocido más como poeta y autor de algún que otro mamotreto deprimente, pero quien, por lo visto, era muy aficionado a este género, según su propia confesión. Les leo un fragmento de sus escritos autobiográficos..., esperen a ver, que me inscrute los quevedos, hum, ahora:
"Uno de los pocos divertimentos intelectuales que persisten en lo que aún le queda de intelectual a la humanidad es la lectura de novelas policíacas. Entre el inestimable y reducido número de horas felices que la Vida me permite pasar, considero que el mejor año es aquél que me permite pasar horas enfrascado, de cabeza y corazón, en las lecturas de Conan Doyle o de Arthur Morrison.
Un libro de estos autores, un cigarrillo de a cuarenta y cinco la cajetilla, la idea de una taza de café—trinidad cuya unidad con juga la felicidad para mí—, en esto se resume mi felicidad. Tampoco será para tanto, cierto. Pero una persona con sentimientos intelectuales y estéticos no puede aspirar a más con el ambiente actual en Europa.
Tal vez para estos señores sea motivo de asombro, no que éstos sean mis autores predilectos y de cabecera, sino que confiese que lo son."
¿Qué les parece, eh? Inteligente este hombre, ¿no? .
El curita Brown cavilando
El detective Abílio Quaresma es el cerebrito protagonista e hilo conductor de los doce relatos que integran el volumen de marras titulado Quaresma descifrador. Quaresma es una especie de Sherlock Holmes lisboeta (bueno, eso habrá que verlo, hum), un hombre maduro, soltero, soñador y alcohólico. "Médico sin clínica, espectador de la vida y descifrador de enigmas", según la descripción que hace el detective de sí mismo.No se esperen que Quaresma sea el típico detective de acción que se disfraza y todas esas cosas, no, él pone en movimiento su cerebrito y se deja llevar. Es un amante de la filosofía, de la ciencia médica y de Shakespeare que se sirve de sus lecturas para analizar el carácter de las personas y resolver los crímenes.
O al menos eso es lo que he podido saber, oigan, que yo no he leído estos relatos, hum. Pero ¿prometen, eh? ¡No dicen nada! Malo.
Por lo que a mí respecta, ya he adquirido un ejemplar. Y me queda en casa algo de café para esta tarde. Me faltaría solo la cajetilla de a cuarenta y cinco. ¡Demonio de Pessoa!-