Revista Comunicación

un siglo del espejo retrovisor

Publicado el 23 diciembre 2014 por Libretachatarra
parabrisas
La señora se sentó en el auto y sacó su espejito de maquillaje. Lo miró, lo movió, pero no se fijó en sus ojos ni en la pintura de sus labios. Lo giró simplemente porque quería ver si iba alguien detrás de ella. Dorothy Levitt, nacida en Londres en 1882, es una persona especial en la historia del automóvil. Además de ser la autora del libro The Woman and the Car: A Chatty Little Handbook for the Edwardian Motoriste, un manual de conducción para mujeres en un mundo dominado por hombres, fue una de las primeras mujeres piloto de carreras y la que dio la idea del espejo retrovisor.
“Las mujeres deberían colocar un pequeño espejo de mano en un sitio adecuado del coche y elevarlo de vez en cuando para poder mirar hacia atrás durante el trayecto”, señaló Levitt en el libro, publicado por primera vez en 1909 y editado de nuevo este año. Sin embargo, pasaron algunos años hasta que la idea llegó a la industria.
En 1914 los primeros fabricantes empezaron a montar espejos retrovisores en los vehículos del día a día. Antes, el piloto Ray Harroun lo había usado para la primera prueba de las 500 millas de Indianápolis en 1911. El espejo estaba situado en mitad del cockpit de bólido Marmon Wasp con el que Harroun ganó la prueba. El vehículo se puede ver hoy en día en el Salón de la Fama del circuito de Indianápolis.
Hubo que esperar varios años hasta que el retrovisor fuera algo habitual. En 1927 el modelo T de Ford lo implementó. Pero recién en los años 30 y 40 el retrovisor, ya fuera interior o externo, empezó a ser algo estándar en la producción de vehículos.
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Casi 100 años después de la primera idea de un retrovisor también se atisba un cambio en los espejos exteriores. El vehículo eficiente XL1 de Volkswagen, producido en una serie reducida, renuncia a espejos externos y los cambia por cámaras para lograr un consumo lo más reducido posible gracias a una aerodinámica optimizada.
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…Dorothy Levitt. La precursora, considerada en 1906 como la “Chica Más Rápida de la Tierra” tras batir un récord de velocidad, tenía su propia idea de la seguridad al volante: a las mujeres que viajaban solas por las carreteras les recomendaba llevar “un pequeño revólver”. A diferencia del retrovisor, esa idea no prosperó.
STEFAN WEISSENBORN
“Los 100 años del espejo retrovisor”
(parabrisas, 22.12.14)


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