Se hace difícil otear un fútbol sin Ibracadabra. Cuando dentro de treinta años nos pregunten qué era Zlatan Ibrahimovic, no nos será fácil ser justos. La carrera del gigante sueco tiene todavía por escribir su epílogo, pero a falta de sorpresas poco probables, podemos echar la vista atrás para tratar de comprender a un futbolista inédito, nacido contra natura. Una ostentosa pieza de museo que todo adinerado ha anhelado, aunque a menudo fuera un atentado contra el Feng Shui de su propio hogar. Esta es la historia de Ibra, un mago del balón irrepetible.
Capaz de lo mejor y peor sobre un terreno de juego, en la gira China del PSG, en el transcurso del entrenamiento marcó un inverosímil gol con patada de kung-fu. Con otras botas, las caras serían de asombro. Pero cuando se trata del chico largo con coleta, bigote y perilla la frase de la que todo el mundo se hace eco vendría a ser más o menos:
“Bua, os acordáis cuando... y que me dices del... y el otro día...
Solo podemos prometer y prometemos que cuando anuncie su retirada, esperemos que dentro de muchos años, GOL & PUNTO le blindará un homenaje en concordancia a la inmensidad de su figura.