Revista Diario

Un sindicalista me obligaba...

Por Negrevernis
Estimados señores sindicalistas, defensores de los trabajadores, compañeros todos:
Yo pensaba que un piquete en caso de huelga tiene una función informativa. Así que contemplo con estupor -no sé de qué me extraño a estas alturas- las noticias que vomita el telediario. Piquetes informativos, gente de esa liberada por el bien del currito de a pie, quemando autobuses, echando silicona en las cerraduras, parando camiones de mercancías, pegando en ocasiones a algunos que querían ir, un día más, a trabajar.
No sé de qué me extraño. No esperaba más ni menos.
¿Dónde estaban, compañeros, camaradas, líderes sindicales, hace dos o tres años, cuando esto se veía venir y los que veíamos cómo nuestro dinero costaba más de ganar y duraba menos tiempo en nuestro bolsillo, éramos unos catastrofistas antipatrióticos -palabras de nuestro generoso presidente?
¿Dónde os escondisteis cuando desde la escuela concertada muchos os hemos pedido las mismas condiciones que los de la escuela pública -ya, ya, sin puesto de trabajo fijo? Porque trabajamos más horas, tenemos la misma titulación, y cobramos menos. ¿Dónde estás mis sexenios? ¿Por qué a mí me obligan a una formación constante, o a mi centro aplicar una política de calidad? ¿Por qué no al instituto de la calle de abajo? Decid la verdad a la gente: la concertada os sale más barata -a vosotros y a los que os secundan políticamente-; y no veo a vuestros hijos -me consta, muy de cerca- en los colegios del barrio del Raval de Barcelona, en las tres mil viviendas de Sevilla o en el Pozo de Madrid: yo he dado clase a vuestros hijos, yo, de la concertada, de esa que no defendéis, a pesar de querer nuestros votos cuando os convienen.
¿Por qué a sus sesudas señorías, cuando no acuden al Parlamento -su trabajo, les recuerdo-, no les quitan ese día de sueldo? Porque yo, si falto sin justificación, tengo problemas.
No sé de qué me extraño.
¿Y todos esos ilustres nombres de la cultura, figuras relumbrantes de nuestro panorama musical o cinematográfico, que se lanzaron hace años a la calle, defendiendo -decían- montones de derechos? ¿O es que ya los Bardem y compañía ya no son de los vuestros? No nos hagáis perder el tiempo mintiéndonos, por favor...
Contamináis el nombre de democracia y clamor democrático. Se os llena la boca de consignas en nombre de la libertad de expresión, de reunión y de no sé cuántas cosas más. Y ensuciáis la esencia de la democracia: el derecho a ser ciudadano, a ser libre, a poder elegir, a ser protagonista de un país. Vosotros habláis de democracia y libertad y quemáis autobuses e insultáis a los que tienen el derecho a trabajar. Eso es lo democrático.
No sé de qué me extraño. Empiezo a pensar que estáis untados, camaradas, compañeros sindicalistas, liberados todos. Que os han callado la boca a golpe de cheque y talonario de euros. Los derechos, sólo los vuestros. La democracia, la vuestra. ¿Y vuestro deber moral de respetar la libre decisión de los otros?
Camaradas, compañeros, liberados, sindicalistas defensores de vuestros propios derechos e intereses. Por favor, no se molesten en acercase a mí en la próxima votación sindical de mi colegio. No vuelvan a decirme, como aquel -hace unos años- de un sindicato de tirada nacional, que me decía que mi deber era votar -a ellos, claro. Mi deber es ser libre. Gracias.
Un sindicalista me obligaba...

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