Porque cada vez más noto la falta de naturaleza en mi vida.... y necesitaba respirar.
Contar los nidos de golondrinas a las puertas de la casa del pueblo, beber el agua del río y ver la luna crecer. Oler a tomillo, espliego y manzanilla, descubrir reptiles al sol y caminar mirando el suelo para no pisar la infinidad de insectos que hay y de los que apenas conozco.
Ascendiendo al Moncayo nos topamos con este gran escarabajo.
Creo que es un ciervo volante (gracias Mi azul de mar!) pero no lo puedo asegurar. Era impresionante y nos quedamos embobados mirándolo hasta que se escondió vergonzoso debajo de una piedra. Son increiblemente escasos y muy dificiles de ver, así que no me creo todavía que fuese uno de ellos.
Estos momentos me llenan el alma y me vuelven a conectar con la naturaleza que vamos perdiendo.