Este pasado fin de semana volvimos a atrevernos a montar toda la logística necesaria para: salir de fin de semana. No, aún no han llegado las tan ansiadas vacaciones, pero tres días de fiesta seguidos en pleno julio no podíamos dejarlos pasar inadvertidos.
La novedad, por primera vez hemos ido de hotel con el peque. Y la pequeña escapada al pueblecillo maravilloso de Cadaqués nos ha permitido entrenar nuevamente nuestras habilidades para preparar y organizar, no sólo el maletero del coche, sinó la interminable lista de cosas que uno tiene que llevar a cuestas cuando viaja con un peque. Sí, ya hace más de dos años que se acabó el coger una maletita de fin de semana, meter cuatro trapos y tomar un vuelo low cost. Me contaban que cuanto mayor fuera el peque menos cosas tendríamos que acarrear. Sí, sí…¡ahora no tengo que llevarme la hamaca a cuestas pero sí la moto! Así que ya nos veis llenando para un simple fin de semana el coche hasta el techo. A las cosas típicas y triviales como la ropa, zapatos, bañadores, toallas y pasta de dientes se unen los “porsi“. ¿Qué no los conoceis? mejor, así viviréis más felices. La cosa empieza con un ésto porsi hace frío por la noche, continua con un esto otro porsi se cae y se hace daño y se acaba con ésto también porsi se pone malito. Por experiencia os diré que los porsi pueden llegar a duplicar las cosas típicas y triviales. Sí, lo sé, una tarea pendiente que tengo es saber seleccionar escrupulosamente lo estrictamente necesario. Pero para una madre hiper-precavida como yo eso es de difícil aprendizaje e ir al pueblo de al lado es como ir al fin del mundo. Así que ya veis al padre del peque, que es muy bueno jugando al tetris en la pantallita pero poco agraciado para aplicarlo en el maletero, sudando la gota gorda un par de horas antes de partir hacia el tan deseado destino.
Tampoco el ir en coche ya no es lo mismo, eso de disfrutar del paisaje mientras escuchamos nuestro CD favorito también pasó a la historia. Ahora tienes que tragarte el CD de los Lunnis, tarareando las canciones y bailando desde las butacas. Bonito, ¿verdad? qué estampa tan familiar y maravillosa, ¿a qué sí? pues ya me lo diréis cuando os tengais que tragar veinte veces el dichoso mismo CD!! porque si algo tienen los peques es que cuánto más escuchan una canción más la quieren oir. Lo mismo pasa con con los dibujos animados, que con un mismo DVD tiras todo un año.
Pero todas esas horas de preparativos y de viaje se olvidan en el mismo instante en que colocas el último porsi en el armario del hotel. Al fin, a relajarse. He dicho ¿relajarse? lo siento, pero no, tampoco ya es lo mismo. Cuando no tienes que ir correteando detrás del peque para ponerle el bañador, estás corriendo detrás de él por medio de la calle como una loca (¡parece una peli del corre-caminos!) o intentando comer con una mano mientras con la otra lo apretas contra la trona para que no salga. Se acabaron esas largas tardes sobre la toalla contemplando el mar. Todo queda sustituido por inexitosos intentos de castillitos de arena y aguantando dentro del agua el peso del peque porque claaaaro, es más guay ir sin flotador o chaleco sintiendo directamente el tacto del agua del mar. Fijo, ¡este año se traga todo el curso de natación o acaba con mis lumbares!.
Y ahora me diréis, bueeeeno, tampoco es para tanto. Pero es que ahí no se acaba la cosa. Los que soys papis y mamis seguro lo sabréis. Con un peque no se pueden hacer planes y con un peque es llegar el día de ir a algun lugar para que aparezca algun virus indeseado. Y esta escapadita de fin de semana no iba a ser menos, y para variar tocó diarrea. Suerte de la babycook, me fue genial para hacerle la dichosa dieta astringente a base de crema de zanahoria y patatas hervidas. Si hay un regalo que recomiendo es una babycook, siempre te sacará de un apuro y aunque no me pagan por hacerles propaganda igualmente lo digo con voz bien alta: una de las cosas más útiles que se le puede regalar a una futura mamá o papá. De una manera fácil y rápida y en cualquier lugar puedes preparar todo tipo de verdura, purés…además ocupa poco espacio y es genial para llevar de viaje a cualquier sitio (ya sea hotel, cámping,…) si quieres evitar que coma todo los días patatas, pasta y croquetas. Y la comida la verdad que sale muy y muy buena. Y yo me pregunto, ¿cuándo los restaurantes pondrán de una vez por todas algo de verdurita en el menú infantil? Pero bueno, después de todo, a parte de tener que hacer más de dos, y de tres, y de cuatro y de cinco corridas con el niño en brazos buscando algun lavabo el peque, por suerte, se encontraba bien, con fuerza, sin fiebre y se lo pasó pipa. El tema del apasionante mundo de los lavabos públicos da para otro buen post, así que ya os contaré otro día.
Pero bueno, al fin y al cabo todo vale la pena aunque sea por poder estar unos días con el papi y el peque en un lugar como éste…
Futuras mamás, futuros papás…bienvenid@s al maravilloso mundo de los viajes con peques