"El investigador médico no es un santo entregado, hay de todo"
Habituada a los tubos de ensayo, Amàlia Lafuente ha escrito un "thriller" de batas blancas. En "Código genético" (Plaza&Janés) una joven becaria da con una medicina para el Alzheimer. Por desgracia, esa medicina aún no existe...
Amàlia Lafuente
Imagen: Manuel Molines
Curioso escenario para un "thriller"...
Era un valor diferencial que yo podía aportar. Hay poca literatura médica pero tiene mucho éxito en series televisivas, lo que quiere decir que ya hay un público para esto. En España no hay autores como en el mundo anglosajón.
Pero me reconocerá cuando se juega con la salud resulta inquietante.
Lo que desmitifica es la investigación. Es un entorno laboral como cualquier otro, sometido a las mismas presiones, los mismos conflictos personales. O incluso más. Porque existe una gran competitividad. Detrás de un descubrimiento, que se supone que es un gran beneficio para la humanidad, uno espera encontrar santos entregados a la ciencia y hay de todo. Investigadores honestos y generosos y otros absolutamente ruines.
¿El investigador se olvida del paciente?
La investigación es tan superespecializada que al final pierdes de vista que eso está orientado a mejorar la salud. La protagonista huía del contacto con los pacientes y cuando se enfrenta a tratarlos directamente es un punto de inflexión.
Se apiada de los sufridos becarios...
Es un homenaje a estos becarios, porque empiezan con ilusión. Y luego se ven envueltos en esos contratos precarios, llegan a los 40 años y no tienen estabilidad y entonces se les cae la venda de los ojos. Y se tienen que marchar del país o dedicarse a otra cosa. Los llevas al máximo de formación y desaprovechas el talento.
¿Todavía hay que irse fuera para investigar?
Seguimos igual. El orden de un país en la escala mundial en cuanto a su investigación está directamente relacionado al dinero que invierte. Y continuamos estando a la cola. Lo que pasa es que los políticos para dar más visibilidad a sus inversiones, concentran el dinero en parques científicos, en institutos, y así lo venden. Pero es el mismo dinero que se quita de un sitio y se pone en otro.
Hay otro gran protagonista, el Alzheimer, ¿una enfermedad cruel y sin cura?
Es la muerte en vida, la muerte sin dignidad. En investigación farmacológica hoy en día es la prioridad número uno. Es la enfermedad más frecuente que tiene menos aproximación terapéutica. No hay nada, los medicamentos son paliativos. Los nuevos medicamentos biológicos -el químico ya está agotado- se podrá finalmente dar solución al alzheimer y a otras enfermedades.
¿La farmacogenética es el futuro?
Ha sido necesario avanzar en el conocimiento del genoma humano. Ahora ya se puede trabajar según el código genético de cada paciente. En las dosis está ya muy avanzado, pero aún es caro. Aunque no lo son todo, los genes no nos predestinan, afortunadamente, podemos modificar nuestro destino acomodando el estilo de vida.
En cualquier modo, el centro de su historia no es la medicina.
No, no, es una historia de relaciones humanas.
Texto: Susana Golf
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