Por Francisc Lozano*
Equipo negociador y algunos promotores del No. Fuente: Presidencia.gov.co
Con el paso del tiempo, los juicios sobre las decisiones tomadas en un pasado “lejano” se pueden realizar con mayor precisión, y objetividad, quizá. Hoy sabemos que el plebiscito fue un error, pero no lo sabíamos hace dos meses. No obstante, creo que Santos confiaba de verdad en el hecho de que el fin del conflicto se sobrepondría a cualquier diferencia que los colombianos tuvieran con él y su gobierno, y obviamente se equivocó. Ya sabemos muchas de las razones para su fracaso: su poca favorabilidad entre nosotros; el poder de convicción de Uribe y sus secuaces, y su capacidad para mentir y engañar a personas incapaces de ver una mentira aunque se la pongan frente a los ojos; el odio que generan Las Farc en muchos colombianos y la incapacidad para perdonar sus fechorías; la falta de una cultura de lectura de los habitantes de este país; la dejadez de más de 21 millones de colombianos que no votaron; la incapacidad del Gobierno y los partidarios del Sí para convencer a quienes no creían en el acuerdo; las decisiones tardías de Las Farc para hablar de reparación económica y pedir perdón por sus crímenes; y un verdadero convencimiento de algunos que votaron No de que ese acuerdo no era conveniente para el país, entre otras. Hoy sabemos que, con el plebiscito, Santos se pegó un tiro en el pie.
Por el lado de la “oposición”, o sea, del Centro Democrático, esta semana hemos escuchado una propuesta que parecería ser una panacea. Varios miembros de ese partido han dicho que proponen una revocatoria del Congreso porque, según dicen, esa institución "no representa al pueblo colombiano". Yo, que siento que hay muy pocas personas que me representen en el Congreso (Jorge Robledo, Claudia López, Juan Fernando Velasco) diría “sí, ¡hagámoslo!”, pero el problema es que tengo por lo menos cuatro inconvenientes con la propuesta, y los expondré a continuación: La inviabilidad de la propuesta, la contradicción del CD, el favorecimiento a los terratenientes y financiadores del paramilitarismo y el desplazamiento forzado, y la mezquindad que elimina la posibilidad real de paz.
Primero, según dice un artículo de la Revista Semana, “en la Constitución Política no existe un solo mecanismo que permita revocar el mandato de los congresistas”. Por esa razón, la propuesta desde ya parece inviable e ilógica. No obstante, habrá que ver qué se inventan en el CD para buscarle “la comba al palo”. Ya sabemos que son expertos en mentir y engañar a personas ingenuas, tal vez también sean capaces de revocar al Congreso.
Segundo, la propuesta del CD es contradictoria. Hoy dicen que el Congreso no representa la voluntad del pueblo, y en muchos casos yo estoy de acuerdo con eso, pero hace dos años eran los más felices llegando al poder a través de una lista cerrada en la que la única cabeza visible era la de Uribe. Es decir, nadie sabía quiénes eran el resto de congresistas de la lista, pero todos llegaron a vivir del bolsillo de los colombianos sin ganarse su participación en política consiguiendo los votos de la gente con propuestas. No. Sólo tuvieron que acercarse a Uribe y esperar el resultado de las elecciones parlamentarias. Ahora que lo pienso, y aunque eso votos sí son de Uribe, no es muy diferente eso de la forma en la que Las Farc llegarán al Congreso (10 curules). Muchos dirán que Uribe sí tiene esos votos, y Las Farc no, y yo estoy de acuerdo. Esos votos son de Uribe, pero no de Valencia, Rangel, Cabal, Duque, Gaviria (José Obdulio), Guerra (María del Rosario), Gómez, Correa, Araújo, Castañeda, etc. Si quieren ver toda la lista, pueden seguir este enlace. Y sí, no los nombro a todos porque nadie los conoce.
Y la contradicción se centra, principalmente en los siguientes hechos: Si como ellos dicen, el Congreso no representa al pueblo, ¿por qué no renuncian ellos a la fortuna que cada mes reciben gracias a nuestros impuestos y les devuelven a los colombianos los más de 570 millones de pesos que cada uno de ellos ha recibido durante estos dos años por ser parte del parlamento? ¿Por qué se esperaron dos años para llegar a esa conclusión o para hacerla pública? ¿Por qué la ilegitimidad existe para refrendar el Acuerdo de La Habana, pero no existió para que votaran a favor de la propuesta de congelar los salarios de los congresistas y no de disminuirlos como proponía Claudia López? ¿Por qué el parlamento es ilegítimo para el acuerdo, pero no para debatir el proyecto de ley de Nohora Tovar, senadora del CD, que ha sido catalogada por muchas personas como una ley que va en contra de la restitución de tierras? La lista puede continuar, pero voy a concluir con esta pregunta: ¿Por qué cuando Uribe decía lo siguiente: “pedir a todos los congresistas que nos han apoyado que, mientas no estén en la cárcel, a votar las transferencias, a votar la capitalización de Ecopetrol, a votar la reforma tributaria” (se puede ver el vídeo en este enlace o en la parte inferior de este párrafo), el Congreso sí era legítimo, a pesar de que muchos de sus miembros terminaron en la cárcel, pero no lo es ahora que puede decidir sobre la terminación de un conflicto de más de 52 años?
Uribe pide a los congresistas que le apoyaban, votar sus iniciativas antes de ir a la cárcel.
Tercero, la mayoría de cambios que se incluyeron en el acuerdo siguiendo las propuestas de los promotores del No, con el CD como principal actor, se hicieron para favorecer a los terratenientes de este país, a los impulsores del paramilitarismo y del desplazamiento forzado y, en fin, a los que se ven representados en Uribe y sus políticas acumulativas de tierra por cualquier medio, incluido el asesinato y el desplazamiento de personas. Se pueden leer algunos de los cambios en esta declaraciónque hizo Santos el 12 de noviembre. Uno de los principales retrocesos del nuevo acuerdo es que “el catastro –fundamental para formalizar la tierra—no modificará por sí mismo los avalúos de las tierras.”, en palabras de Santos, con lo que los terratenientes y empresarios agropecuarios que tienen tierras que no pagan los impuestos que deberían, seguirán haciéndole “conejo” al pueblo colombiano.
Cuarto, la propuesta del Centro Democrático tiene como base una mezquindad que quiere eliminar la posibilidad real de paz para Colombia. Al CD no le interesa alcanzar una paz real, sólo le interesa usar esta coyuntura política para proteger sus propios intereses y los intereses de quienes les patrocinan, y lograr alcanzar la presidencia en el 2018. Uribe ha intentado retrasar la firma e implementación de los acuerdos (el viejo y el nuevo) porque le afectan en sus intereses y porque los militares investigados podrían confesar delitos que le podrían implicar e implicar a sus amigos empresarios y latifundistas que patrocinaron el paramilitarismo, como declaró Petro hace varias semanas en Semana en Vivo (ver declaraciones).
La mezquindad de Uribe y el Centro Democrático es tan grande que, con tal de no ver afectados intereses sus económicos y políticos por el Acuerdo de La Habana, son capaces de proponer una revocatoria del mismo Congreso del que hacen parte y que le asegura a cada uno de ellos más de 25 millones de pesos al mes, para que el país no cambie. Es decir, su mezquindad es tan gigantesca que prefieren renunciar a sus millonarios salarios, y ellos también, como lo hizo Santos, darse un tiro en el pie.