Los cines occidentales y plataformas como Netflix arrastran una racha de exitosas películas LGTB —Llámame por tu nombre, Heartstone, Con amor, Simón….— que no causan tanta sensación, pero sí revuelo, fuera de su burbuja. El reciente boicot en Hungría por parte de un medio orbanista al musical Billy Elliot por “apología de la homosexualidad” y porque “puede convertir a los niños en homosexuales” da una capa de barniz al oxidado telón de acero, un vestigio casi olvidado del mundo bipolar que vuelve a brillar… y dar sombra.
A pesar de que Budapest fue la primera ciudad del antiguo bloque comunista que celebró un Orgullo LGTB —en 1996—, en los últimos años Hungría y Macedonia han articulado un discurso conjunto de desacreditación de las ONG, a las que relacionan con el demonizado magnate húngaro George Soros. Los ataques físicos de la ultraderecha y la policía, verbales de religiosos y políticos e institucionales vía parlamentaria, así como la prohibición o disolución de la manifestación anual en Rusia, Ucrania, Turquía o Polonia, son la norma en un conjunto de países con una gran distancia entre la ley escrita y la aplicada y una opinión pública claramente desfavorable a los derech...
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Un toque de color sobre el telón de acero fue publicado en El Orden Mundial - EOM.