Revista Diario
Muy a mi pesar he seguido un reality de la mayor cadena de realities, en el que unos famosos están en una casa sin salir durante unas semanas... y sí, engancha... y sí, entendamos como «famoso» esto que está tan de moda en este, nuestro país, donde la gente famosa que gana una pasta gansa es famosa por hablar mal de, ser el hijo de, haberse acostado con, haber formado parte de otro reality, engañar a la gente, etc...
En este programa hemos podido establecer una figura clave: la del/la «metemierda/acosador». Y esto me ha llevado a establecer un paralelismo entre este concurso/reality y un trabajo cualquiera.
Hay dos clases de «metemierda/acosador»: el que claramente critica y dice mentiras sobre una persona, y el que va en plan «me han dicho», «dicen por ahí», «se dice el pecado pero no el pecador», y que va metiendo mierdecilla porque, claro, «sólo te quiere ayudar»...
Para que esta figura exista, evidentemente, se necesita de «público», es decir, los llamados «palmeros/as», gente con poca personalidad, que aunque sepa bien que lo que hace el acosador-metemierda no está bien, le tiene miedo y hace lo que dice; además, son tontos/as, porque encima son los que quedan peor. Porque no es que tengan miedo de respeto y admiración, sino que de lo que tienen es poder ser una víctima suya, lo que hace a uno metemierda/acosador y a los otros «mierdecillas».
Y es que este tipo de individuos acostumbran a tener muy mal carácter, a ser unos déspotas, carecer de educación y estar muy, muy amargados... ah, evidentemente, no tienen ni idea de lo que es la empatía.
Alguien me decía no hace mucho que este tipo de gente triumfa en el trabajo, que se queja de muy malas maneras y consiguen lo que quieren (aumentos de sueldo, etc). Quién ha ganado este concurso? La mala educación, la intolerancia, el despotismo...
Pero yo le dije a esta persona: «fíjate en sus vidas privadas: te cambiarías por ellas?»
No, claro que no. Porque nadie quiere ser así, ni tener palmeros, ni estar amargado, ni ser un envidioso/a... porque cuando uno está bien consigo mismo y con su entorno no tiene necesidad de hablar de los otros, ni de meter mierda. Y aún menos, ser un palmero/a.
En este programa hemos podido establecer una figura clave: la del/la «metemierda/acosador». Y esto me ha llevado a establecer un paralelismo entre este concurso/reality y un trabajo cualquiera.
Hay dos clases de «metemierda/acosador»: el que claramente critica y dice mentiras sobre una persona, y el que va en plan «me han dicho», «dicen por ahí», «se dice el pecado pero no el pecador», y que va metiendo mierdecilla porque, claro, «sólo te quiere ayudar»...
Para que esta figura exista, evidentemente, se necesita de «público», es decir, los llamados «palmeros/as», gente con poca personalidad, que aunque sepa bien que lo que hace el acosador-metemierda no está bien, le tiene miedo y hace lo que dice; además, son tontos/as, porque encima son los que quedan peor. Porque no es que tengan miedo de respeto y admiración, sino que de lo que tienen es poder ser una víctima suya, lo que hace a uno metemierda/acosador y a los otros «mierdecillas».
Y es que este tipo de individuos acostumbran a tener muy mal carácter, a ser unos déspotas, carecer de educación y estar muy, muy amargados... ah, evidentemente, no tienen ni idea de lo que es la empatía.
Alguien me decía no hace mucho que este tipo de gente triumfa en el trabajo, que se queja de muy malas maneras y consiguen lo que quieren (aumentos de sueldo, etc). Quién ha ganado este concurso? La mala educación, la intolerancia, el despotismo...
Pero yo le dije a esta persona: «fíjate en sus vidas privadas: te cambiarías por ellas?»
No, claro que no. Porque nadie quiere ser así, ni tener palmeros, ni estar amargado, ni ser un envidioso/a... porque cuando uno está bien consigo mismo y con su entorno no tiene necesidad de hablar de los otros, ni de meter mierda. Y aún menos, ser un palmero/a.