Es recomendable que los libros de relatos lleven un hilo conductor o un tema en común que los enlace de algún modo y les de coherencia. En este libro de relatos si lo hay. De niña, durante los paseos por la finca de mi padre, donde solíamos ir los largos meses de verano, recuerdo buscar con ansias los tréboles y contarles las hojas. Era mi ilusión encontrar uno de cuatro hojas para convertirlo en mi amuleto. Sería una suerte dado a que por cada trébol de cuatro hojas hay unos diez mil de tres hojas. Cada una de las cuatro hojas tendría un significado. Para algunos, riqueza, fama, amor y salud. Para otros solo la suerte y la prosperidad. Y para los druidas de las Islas Británicas ya en el ano 200 AC eran símbolos sagrados con los que se podían ver a los demonios. Tal como las hojas del libro de Gil de Mares, donde dependiendo del lector y sus interpretaciones, cada relato nos trae un tema diferente dentro de distintas connotaciones. Puede ser que tengas la suerte de encontrar amor como podrías ver tus demonios.
Nunca encontré un trébol de cuatro hojas y menos aún rojo. Sabía que si llegaba a encontrarlo lo guardaría como un tesoro entre las páginas de un libro o en algún lugar especial. No sabía que tendría que esperar tantos años (nunca es tarde cuando la dicha es buena) para encontrármelo en forma de libro. Tener este ejemplar entre las manos es una suerte. Es un libro diferente, uno en un millar. Es un trébol que sobresale entre tantos verdes, es colorido y se impone ya que es diferente, curioso y peculiar.
Ya desde el encantador prólogo, escrito por el singular y prolífico escritor, ensayista, poeta, narrador y además presidente del Pen Colombia: Carlos Vásquez –Zawadzki, sentimos que estamos en la presencia de un libro especial. Dice Vasquez-Zawadzki, con su exquisita forma de narrar, que el lector podrá “beber las mieles de la luz del relato o epifanía o revelación con la secuencia o punto final de la historia contante y contada.” Asevera que Gil de Mares tiene una estrategia discursiva estructural que da muchas veces un giro discursivo (citando a H. James) dice que “este giro es reflexivo, cuestionador y que da una vuelta de tuerca” para que ilumine sus finales.
El libro cuenta con 17 relatos. Uno de ellos le da el nombre al libro. “Un trébol rojo de cuatro hojas.” Conseguí que el trébol, desde mi punto de vista, es el elemento conductor de las historias.
En la película Forrest Gump, hay una escena donde Forrest cuenta que su madre le solía decir: “la vida es como una caja de chocolates, nunca sabes que te va a tocar.” Así son los cuentos de Gil de Mares, todos sus cuentos son “apetitosos” como el chocolate, pero no sabes que sabor va a tocarte. Uno de mis cuentos favoritos es el primero, La estatua de Pigmalión. La estatua se presenta como un trébol de cuatro hojas que no sabias que estaba en tu propio jardín. Tus sueños y tus ilusiones pueden estar mas cerca de lo que imaginabas. Puedes tener algo en tu casa y no valorarlo hasta que en un viaje el encuentro con otras personas te hace descubrir tu propia estatua de Pigmalión. Este cuento es tan hermoso como la leyenda misma de Pigmalión. Y para mi tiene un valor agregado: tuve la suerte ( algo así como encontrar un trébol de cuatro hojas) de presentar junto al magnifico orador que es Roberto Gil de Mares en Extremadura, instituto Lacimurga en Navalvillar de Pela. Roberto retó a los jóvenes a manifestar cual era su “estatua de Pigmalión” y los insto a ir por ella, a buscarla y conseguir así la felicidad. Estoy segura que esto marcó a más de uno de aquellos jóvenes.
Los cuentos de Gil de Mares tienen la peculiaridad de tener escenarios muy variados geográficamente. Sé que el autor es una persona que ha viajado mucho y me imagino que se ha apropiado de lugares para plasmarlos en sus relatos. Por ejemplo: Bogotá, Los Ángeles, Barcelona, Paris, Cannes y en este cuento que quiero citar, Las Vegas. “La moneda etrusca” es uno de mis “Bombones” favoritos. Las Vegas aparece descrita a perfección como solo la puede describir quien la ha vivido y se ha trasnochado en sus hoteles y casinos. La ciudad del pecado, símbolo de las más bajas pasiones. Luego de leerlo, la misma historia se encargará de que te hagas la pregunta sobre si tu tienes también tu propia moneda etrusca.
Otro de mis cuentos favoritos sino el que más me gusta (se presenta la misma disyuntiva que al comer los bombones de chocolate… todos son tan deliciosos…) es “El asistente del pasajero” Entre la luz amarilla y la luz roja del semáforo, en esa pequeña fracción de tiempo y ante un cliente que pretendía tomar un taxi, el protagonista descubre que tiene un trébol de cuatro hojas y no se había percatado. Su intuición se lo hace comprender, es en esos momentos que no se miden con el reloj, que no importa si son segundos, minutos o horas cuando, como decía Zadwaski, nos viene una epifanía. Para el protagonista fue una definición de su vida en la que descubrió que el éxito no se mide solo por el poder, el dinero y el prestigio. Es magistral como el autor, en esta historia, juega con los tiempos. Me hizo recordar al lingüista ruso Mijaíl Bajtín con su teoría sobre el cronotopos definiéndose cronos como el tiempo y topos como el espacio. Gil de Mares en este cuento magistral maneja el cronotopos de forma sorpresiva.
Cada vez estoy mas orgullosa de la editorial Sial Pigmalion, Es un honor que esta editorial también me publicara, porque los textos de otros autores que he leído de esta editorial,como los de Gil de Mares, son excelentes. Lo que confirma el buen ojo que tienen estos editores y en especial su jefe editor Basilio Rodríguez Cañada, a la hora de escoger los trabajos y escritores a publicar.
No es mi intención contarles todo el libro de Gil de Mares, la idea es que lo compren y lo disfruten ustedes también. Sin embargo me gustaría comentarles aunque sea un poquito más sobre otros deliciosos chocolates en esta caja de bombones o sería mas apropiado decir otros tréboles de cuatro hojas en este bosque colorido.
En el relato que da nombre al libro cabe preguntarse ¿cuales son las probabilidades de encontrarse con un trébol de cuatro hojas y rojo? Y entonces ¿cuales serian las probabilidades de encontrarse entonces dos? En su discurso de aceptación a la Real Academia de Historia de España, de la que luego seria presidente, San Miguel dijo: “La verdad es mil veces más maravillosa que la misma fábula: la realidad vuela más alto que la ficción a la que sirve a veces de alimento”. Este cuento tiene ese cariz… y nos hace preguntarnos si es realidad o ficción.
En “Negocios son negocios” me copiaré de la famosa frase, haciéndole unos cambios técnicos: “el interés, el sexo y la manipulación fueron a la fiesta un día y más pudo el interés que el amor que te tenía”
En “Madre no hay sino una” compruebo el dominio de este autor con diferentes aspectos del relato corto. En este caso el uso del título como elemento determinante en la historia. En este cuento el título funciona como un uroburo: la culebra que se muerde la cola. Entendemos y validamos el título al final de la historia, dándole un sentido completo y redondo. Algo parecido pasa con el relato “Sobre medidas” donde al protagonista le ocurre un hecho a la medida de su vanidad.
En “Tratamiento de conductos” el autor juega con las palabras del título… Tu hijo, mi hija… ¿cuál es el trébol?
En “Tomate algo conmigo Cristina” el protagonista cruza fronteras para buscar su trébol de cuatro hojas, sin contar con una sorpresa que lo dejará muy asombrado. Un cuento bien hilado y sin desperdicio de palabras.
Si han escuchado la frase: “la tensión se podía cortar con un cuchillo” esta aplica al cuento “Desastre” donde se puede palpar la tensión y hasta escuchar los chillidos del cerdo.
En “Un aroma familiar” ¿cuáles serían las probabilidades de que Adriana viajara a Fátima para que el religioso le administrara la comunión? Pues muy pocas y sin embargo posible. He allí un trébol de cuatro hojas con un aroma particular.
En “La edición dominical” un acontecimiento que ser repite por periodos viene a romper el placer de la rutina y como la incertidumbre puede convertir a un hombre en un obsesivo detective.
En “Un intenso color zanahoria encendido” descubrimos un trébol que en este caso no es rojo sino anaranjado, y como un hombre consigue la seguridad que necesitaba en un almacén de productos naturales. Un cuento jocoso que no deja de tener profundidad.
Espero haberles despertado el interés (las ganas de ponerse a buscar tréboles en el jardín literario de Gil de Mares) y el “apetito” (¿a quién no le gustan los chocolates rellenos) por estas maravillosas historias al alcance de ustedes a través de la editorial Sial Pigmalión.