Terminada su residencia en el hospital, Lúa decide embarcarse en la mayor aventura de su vida y se va de voluntaria en una misión de médicos sin fronteras en una región recóndita del Congo para volver a poner su vida en perspectiva. Y allí, en mitad de la selva, conocerá a Matt, la persona menos indicada para que desate sus sentimientos y tal vez la única que conseguirá cambiar su manera de ver la vida.
En primer lugar, me gustaría explicar por qué lo pedí. En tercero de la ESO nos mandaron una lectura obligatoria que acentuó mi recién nacida pasión por la lectura: Llamando a las puertas del cielo, de Jordi Sierra I Fabra. Me he leído dos veces ese libro, y le tengo un cariño infinito. Por eso, cuando Red Apple Ediciones me mandó las novedades con una historia de amor en un voluntariado de Médicos sin fronteras (explicado de forma cutre y rápida), no pude controlar el impulso de pedir Un último día conmigo. Sabía que no iba a ser ni por asomo la misma historia, pero aún así tenía las espectativas bastantes altas. Quizá ese fue mi error, esperar demasiado. En segundo lugar, los contras. Como lo bueno se hace esperar, primero voy a comentar qué ha hecho que dejara de lado esta lectura en dos ocasiones. Claro que todo lo que diga es totalmente subjetivo; sólo se trata de mi opinión, nada más. Para empezar, la narración de la novela no ha terminado de encajar conmigo. Los capítulos narrados por Lúa están escritos en primera persona, de forma que podemos meternos con mucha facilidad en la piel de esta mujer tan racional, que antes de tomas una decisión examina con mucha escrupulosidad los puntos positivos y negativos de las consecuencias. Demasiadas listas, Lúa (¡y que lo diga yo, que hago lo mismo cada vez que voy a comprarme un libro o cualquier cosa igual de importante!). Sin embargo, cuando Pat nos quiere contar el punto de vista de otro personaje, el narrador cambia a omnisciente en tercera persona. Este cambio no lo considero un error en absoluto, pero no ha hecho que me sienta cómoda. Al contrario, creo que chirriaba un poco pasar de un capítulo a otro. Por otro lado, me ha parecido que a las descripciones les faltaba algo. Estaban muy bien construidas; de hecho, me ha resultado muy, muy fácil transportarme a África y vivir la misma aventura que los protagonistas. Pero faltaba sentimiento. Me hubiera gustado que se notara más la subjetividad de los personajes a la hora de describirlas. Y para concluir mi pequeña lista de contras, tengo que confesar una cosa: en una parte bastante importante del libro, Matt intenta convencer a Lúa de que tengan algo más que amistad. Bueno, más bien insiste. Exhaustivamente. Tanto que me ha llegado a parecer pesado leer esos relatos. ¡Qué pelma! Por mucho que haya un torrente de electricidad chispeante entre los dos, NO ES NO, Y PUNTO. Cada vez que le exigía que le besara tenía que dejar a mi querido e-book sobre la mesa y cerrar los ojos. Encima se enfada tras cada rechazo. ¿Y qué esperabas, Matt? ¿Confetis? Puede que esas partes de la novela resulten intrigantes y divertidas, pero a mí, sintiéndolo mucho, no me han gustado. ¿Por qué no podía enamorarla de otra forma? Como por ejemplo, demostrando cuánto sabía de medicina o con alguna que otra acción heroica en el hospital, en vez de declarar sólo con palabras que su padre le ha enseñado desde niño y que bajo ese físico de quitar el hipo se oculta un hombre profundo e inteligente. ¡Hechos, Matt, hechos!En tercer lugar, después de quedarme a gusto echándole la bronca al personaje masculino mencionado, los pros. Una de las cosas que me hizo retomar la lectura la segunda vez fue la promesa de un amor apasionado y romántico que leí en un par de reseñas. Tengo que decir que esa pasión no sólo es romántica, sino que también es alucinante. Totalmente poderosa. Encuentras párrafos que no puedes leértelos solo una vez. Además, me encanta cómo ha creado los personajes, dibujados al detalle y tan creíbles que si no fueran ficción no me sorprendería encontrármelos por la calle un día cualquiera. Asimismo, Lúa pasa por una transformación completa y alucinante. No es la misma persona que abandonó Vic para unirse a Médicos sin fronteras. Y tengo que decir que me encanta esta nueva mujer. Pero lo que sin duda más he disfrutado con ganas son las frases tan maravillosas que nos regala Pat en cualquier momento, cualquier diálogo, descripción, pensamiento... Enunciados como.<<Amar significa caminar a ciegas. No siempre se hace sobre suelo firme, hay que dejarse llevar, arriesgarse. Si no lo haces puedes perderte cosas importantes.>>o<<No puedes tener todo bajo control, entonces la vida deja de tener color.>>Son pura verdad.Encontrarás reflexiones similares a lo largo de toda la historia.Y por último, el final. ¡Me ha hecho llorar! ¡Dos veces! ¡Me ha emocionado dos veces! Teniendo en cuenta lo que me había costado cogerle el ritmo a la lectura no me lo esperaba para nada. Ésto último ha sido decisivo en mi puntuación final, pues, después de todo, creo que la historia se merece que la lean.