Revista Cultura y Ocio
Desde hace tiempo guardo una relación de amor y odio con las estaciones. Por suerte o por desgracia desde hace años, he tenido que pasar "mucho tiempo en ellas" y aunque guardo un dulce recuerdo por la rutina de ir a la Universidad desde la de Avenida de América o Chamartín, por las casi pérdidas de autobuses de la estación de Méndez Álvaro o las bienvenidas de la estación de Atocha; las despedidas y la esperas en sus bancos, no se acaban de borrar de mi memoria. No sólo las mías para con otros, si no también las de aquellos que sin conocerles, les he visto marchar lejos de la estación dejando en ella parte de su historia.