
Hassam (adorable y un pelín cargante Manish Dayal) y su familia se mudan a un pueblito del sur de Francia con intención de montar allí un restaurante indio. El problema es que exactamente enfrente de su local hay otro restaurante; uno extremadamente pijo (tienen estrella Michelín y todo), regentado por la arpía implacable Madame Mallory (Helen Mirren), que no tiene ninguna intención de dejar que sus horterísimas vecinos se lo dejen todo oliendo a curry y se propone hundirles el negocio a toda costa.

Hay guerra entre restaurantes, hay padre autoritario pero bueno en el fondo (Om Puri en el papel de Papa), hay dulce pero competente chica francesa (Margueritte, interpretada por Charlotte Le Bon) y hay muchas muchas escenas de salsas y hortalizas y platos llenos de especias.
La peli es bonita; es de esas historias de superación en las que alguien empieza de cero y consigue cosas sólo a base de trabajo; la fotografía es alegre y dinámica, la lucha entre locales es divertida y los personajes funcionan muy bien, en especial los de Helen Mirren y Om Puri. Sí hay que decir que hay algunos puntos en los que se pierde la fluidez del argumento, y de hecho da la sensación de que la película se va a terminar como en dos o tres ocasiones.

En resumen, Un viaje de diez metros cuenta una historia amable y sin muchas pretensiones que probablemente os alegre el día. Tiene cosas mejorables y no os va a explicar cuál es el sentido de la vida, pero la recomiendo de sobra.
Menos mal que hay comedias de éstas para aligerar un poco los dramotes de los festivales, porque si no íbamos a acabar todos en terapia al salir de aquí.