El miércoles un joven de
17 años agredía al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante un paseo
electoral por su ciudad, Pontevedra. Imagino que todos habréis visto la brutal
agresión, que podría haber tenido consecuencias muy graves en la salud del
candidato del Partido Popular.
Según parece el agresor está vinculado a la extrema izquierda gallega, habiéndose dedicado a decir en las redes sociales que iba a atentar contra la sede del PP y a lanzar toda serie de improperios contra el Presidente. Y el propio Mariano Rajoy y el Partido Popular ya han indicado que la agresión no tiene ninguna connotación política. Además, todas las formaciones políticas y una gran mayoría de los ciudadanos condenaron de inmediato el atentado, mostrando su solidaridad con Mariano Rajoy. Pero ha habido una minoría que ha aplaudido y se ha alegrado del puñetazo a Rajoy. Y precisamente por esto último sí creo que se trate de una agresión política y totalmente premeditada. Ahí están los mensajes de whatsapp de los amigos del joven animándole y apoyando el ataque al Presidente. Y otros muchos mensajes públicos de la izquierda radical, principalmente en Twitter, mostrando su alegría por lo ocurrido. Pero no solo la izquierda radical, como muestra la denuncia que hice el mismo miércoles sobre los mensajes enviados por la concejala del PSOE del pueblo pontevedrés de Sotomayor, una tal Verónica Montero que justificaba la agresión a Rajoy con estos tweets:
Pero claro, ante lo
ocurrido podríamos decir eso de “aquellos polvos vienen estos lodos”, pues ahí
quedan las declaraciones de Pablo Iglesias diciendo sentirse emocionado al ver
como unos manifestantes acorralaban y pegaban a un policía; y digo yo, si así
se sintió cuando pegaban a un simple policía, ¿cómo se sentirá cuando el
agredido es el Presidente del Gobierno? O la propia actitud de Pedro Sánchez
insultando a Rajoy en el debate de este pasado lunes.
Y claro, alguno, como el
chico del miércoles, se puede tomar al pie de la letra estas declaraciones (y
otras muchas) y pretender, con la agresión a Rajoy, ganarse un respeto y dar
ejemplo ante los suyos. Por eso digo que esta es una agresión política, porque
el joven sabía lo que hacía y, sobre todo, sabía a quien pegaba.
