Se entretiene Niña Pequeña en el pequeño espacio de juego del parque infantil, este de mi más cercano entorno, delimitado por una valla medio rota -debe de ser que papá paga y yo puedo-; a fin de no entorpecer su concentración me he adelantado a sus deseos y directamente cogí pala y cubo, amén de toallitas, botella de agua y un par de cachivaches más. Se sienta al fin ella en el columpio, el más bajo de los dos, mientras emula hacer una tarta de cumpleaños con barro, hojas y un par de palos.
De pronto, aparece su amiga, la Niña del Pelo Rizado, hija de una vecina; se percibe apenas su figura al otro lado del recinto, semioculta por un par de matorrales y una hiedra crecedera. Sin pensarlo dos veces suelta pala, cubo, tierra, hojas y lo que parecía iba a ser mi enésima tarta de barro en un ficticio cumpleaños.
- ¡Mamá! -grita-, ¡voy a ver a mi amiga! ¡Vuelvo en un periquito!