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Como ya sabéis esta semana se juega el derbi barcelonés entre el Barça y el Espanyol en el estadio de Cornellà. Los partidos y la rivalidad entre ambos clubes han generado mil y una anécdotas a lo largo de la historia. Hoy quiero recordar la historia de un exjugador de ambos clubes a final de la década de los 70 y principio de los 80.
Se trata de José Cano Lopez, más conocido como Canito. Los que recuerdan a Canito saben que se trataba de un excelente jugador y que su controvertida personalidad nunca le permitió rendir como todos esperaban.
Canito empezó a jugar en la Penya Barcelonista Anguera aunque parece ser que el club de sus amores era el RCD Espanyol, club donde llegó con 19 años en 1975, debutando un año después contra el Real Madrid en Sarria marcándole un gran gol. Su clase no paso desapercibida a los grandes clubes y tras una temporada cedido al Cádiz, coincidiendo con el servicio militar, fue fichado por el F.C.Barcelona por 40 millones de pesetas de la época en 1979.
Cuentan que nunca acabó de asimilar el fichaje y que nunca dejó de pensar como jugador
del Espanyol. Sus compañeros (Lobo Carrasco) explicaban que entrenaba con la camiseta
blanquiazul debajo de la azulgrana y que incluso por inercia a la hora de entrenar conducía
su coche a Sarrià en lugar del Camp Nou. Pero su el echo más palpable de esa contradicción ocurrió en un partido de liga entre el Barça y el Ath. de Bilbao disputado en el Camp Nou en la temporada 1979-80. El Barça ganaba por un gol a cero y a la misma hora el Espanyol disputaba un importantísimo encuentro en el campo del Hércules donde se jugaba el descenso de categoría. Al poco de comenzar la segunda parte, el marcador del campo azulgrana anunció un gol del Espanyol en Alicante del paraguayo Morel. Canito desde el centro campo celebró el gol de forma efusiva con los brazos abiertos del equipo de sus amores.
Este suceso nunca fue olvidado para los dirigentes azulgranas y al final de la siguiente
temporada traspasaron a Canito de nuevo al Espanyol dentro de la operación del fichaje de
Urruti. Tras dos temporadas en Sarrià fichó por el Betis y luego por el Real Zaragoza. A pesar de la calidad que atesoraba, de sus excelentes dotes técnicas y de sus condiciones físicas, que le permitían jugar en casi todas las posiciones -preferentemente lo hizo en el eje de la defensa-, nunca logró asentarse en ningún equipo.
Canito murió arruinado a los 44 años en noviembre del año 2000, víctima de una enfermedad tras sus problemas de drogadicción.