DESCARTES: ARGUMENTO DE LA CAUSALIDAD O ANTROPOLÓGICO
Argumento de la causalidad (Discurso del método IV y Meditaciones III): partimos del hecho probado de que existo, que soy alguna cosa que piensa; mi existencia puede depender de mí mismo, de haber existido siempre, de causas menos perfectas que Dios, o de Dios mismo. En cuanto a la primera de las posibilidades, es evidente que no es aceptable, porque de haber dependido de mí mi propia existencia me habría dado a mí mismo tantas perfecciones de que tengo idea que me parecería a Dios, cosa que no se da. En cuanto a la segunda, también es descartable, pues para haber existido siempre, al dividirse el tiempo de mi vida en infinidad de partes, independientes entre sí, cada momento de mi existencia debería responder a una causa, cosa que no es posible si hemos de responder de infinitas causas.En tercer lugar, si debo mi existencia a causas menos perfectas, como mis padres, hallaría que esto tampoco es posible, pues ya se ha dicho que debe haber tanta perfección en la causa como en el efecto, por lo menos, por lo que no se responde del hecho que poseo la idea de perfección suprema. En este caso, la causa de mi ser debe ser algo que posea también esa idea, es decir, o es Dios mismo, o es el resultado de una cadena de causas que no puede ser infinita.En cuarto lugar, el hecho de conocer perfecciones que yo no tengo, la idea de Dios, me lleva a pensar que no soy el único ser que existe, que hay uno del cual he recibido todo lo que yo tengo. Si estoy solo, eso significa que soy yo ese ser, Dios; pero me resulta evidente que no lo soy, en tanto que dudo y tengo limitaciones. Por esta razón, deduzco que he sido causado por un ser más perfecto que yo, y ese ser ha debido ser, en última instancia, Dios, porque la cadena de causas y efectos no puede prolongarse desde el infinito. Dios es la causa última de mi ser (de nuevo Aristóteles, teoría del primer motor inmóvil y argumento del mensajero). En la Meditaciones profundiza en estas ideas: sostiene que el sujeto no puede crearse a sí mismo, pues de poseer tal capacidad sería equivalente a Dios mismo, es decir, perfecto y carente de dudas. No se concibe a sí mismo como un ser autónomo e independiente, sino que depende de algún otro ser que necesariamente ha de ser Dios, pues teniendo en sí la idea de Dios, no puede ser obra de un ser inferior a Dios, dado que ha de haber tanta perfección en la causa como en el efecto, por lo cual no puede ser que las ideas provengan de una interminable cadena de causas, sino que en última instancia ha debido ser Dios el creador inicial (Med. III, pág. 145).Éste es el texto cartesiano: