Un solitario bloque de hierro y roca cruza el espacio a 35.000 kilómetros por hora después de haberse desgajado de un formidable cometa.
En un pequeño pueblo de Estados Unidos llamado Sylacauga (Alabama) la señora Hodges finaliza su comida y se dedica a recoger la mesa y ordenar los trastos en la cocina.
Un planeta llamado Tierra se interpone en el camino del pequeño bloque de hierro y roca que choca contra su atmósfera incendiándose al instante, mientras se precipita hacia su superficie.
La señora Hodges sale de su cocina y cogiendo una pequeña manta de franela se dirige hacia su sofá para disfrutar de una merecida siesta.
El bloque de hierro y roca cae velozmente hacia la superficie terrestre perdiendo masa a cada segundo que pasa por el terrible rozamiento con la atmósfera terrestre. Finalmente estalla en tres pedazos a unos veinte kilómetros del suelo, siguiendo cada uno su propia trayectoria.
En su cómodo sofá la señora Hodges ha conciliado rápidamente el sueño acurrucada en su manita.
Uno de los tres pedazos del bloque de hierro y roca de apenas tres kilos de peso impacta con el tejado de una casa atravesándolo como si fuera papel, atraviesa también el suelo del primer piso y cae sobre un viejo mueble de madera maciza. Rebota al golpear en él y, ya con menos velocidad, golpea en una vieja radio, volviendo a rebotar en dirección a un mullido sofá.
La señora Hodges se despierta sobresaltada con un fuerte dolor en un costado, se mira y ve un fuerte hematoma. Contempla estupefacta la habitación y descubre un gran agujero en el techo, mira al suelo y allí, aun caliente, ve un pequeño fragmento del solitario bloque de hierro y roca que hace unos minutos surcaba el espacio exterior.
Pues, aunque parezca mentira,toda esta increíble historia de casualidades fue real. El 30 de noviembre de 1954 a las 14:45 la señora Hodges se convirtió en el primer ser humano (y por ahora el único) en ser dañado por la caída de un meteorito.
En esta foto podéis ver a la señora Hodges y a la policía interrogando duramente al meteorito en cuestión. Si observáis la parte superior veréis el agujero que hizo en el techo de la habitación. La pobre mujer no solo tuvo el gran hematoma, del que se recuperó sin problemas, si no que también tuvo secuelas psicológicas durante toda su vida. Y no es para menos, cualquiera se acuesta a dormir tranquilo después de este susto.
Como si en una película de extraterrestres se tratara, un helicóptero del ejercito se acercó al lugar y se llevó el meteorito sin dar explicaciones al estupefacto marido de la accidentada que quería quedárselo, no sabemos si para recuerdo o con la esperanza de venderlo. Como es de suponer el caso adquirió gran repercusión mediatica y el trozo de meteorito se llego a valorar en unos 5.000 dolares, lo que avivó el interés de la familia Hodges en reclamarlo, y finalmente en llevar el caso a los tribunales. Pero no acabó allí la cosa, resulta que la casa donde vivían era alquilada, y el dueño de esta también reclamo la propiedad del meteorito para pagar los daños ocasionados por la caída. Finalmente el juez falló a favor de los Hodges, pero mas de un año después del incidente. El interés por la roca había decaído bastante y no se pudo vender a un precio razonable, así que el bueno de Hodges lo donó al Museo de Historia Natural de Alabama.
Después de esto el miedo de Abraracurcix de que el cielo se desplomara sobre su cabeza ya no me parece tan absurdo. Y lamento si a alguno le he fastidiado las futuras siestas.