Merry L. Morris es una bailarina y profesora de la Universidad del Sur de Florida que solía bailar con su padre hasta que a los 12 años, su padre tuvo un accidente que lo obligó a usar silla de ruedas. La vida de su familia cambió completamente. Empezaron a buscar una silla de ruedas que le facilitase a su padre los desplazamientos pero ninguna les llegaba a convencer y mucho menos a Merry que quería volver a bailar con su padre.De cada una de las sillas que fue probando su padre había aprendido algo: sus características más útiles y aquellas que el día a día demostraba que eran inservibles y empezó a diseñar una silla. Su trabajo en la universidad le proporcionó un amplio abanico de posibilidades en forma de recursos y contactos que Merry aprovecharía en las primeras fases del proyecto. Más tarde comenzó a asociarse con empresas ajenas al ámbito universitario, como la compañía Vertec Inc, especializada en sillas de ruedas y con la que la profesora sigue trabajando actualmente en el perfeccionamiento de la silla.La silla de ruedas que Merry pudo desarrollar gracias a las becas internas de la propia Universidad de Florida y al dinero logrado tras alzarse como ganadora en un certamen de creatividad, es ominidireccional y se puede controlar con un smartphone (en concreto, con el Samsung Galaxy III). Su altura es ajustable, su asiento rota en todas las direcciones y el control de inclinación es total. La principal diferencia respecto a las sillas tradicionales es que es el propio usuario puede propulsar la silla con sus movimientos, solo con girar o mover el torso, brazo o cabeza, y sin necesidad de mover las ruedas con las manos o con una palanca.Merry asegura que la suya es una silla pensada para la multitarea: “Por ejemplo, cuando el control inalámbrico del teléfono se une a la del torso permite a una persona realizar varias tareas con sus manos mientras se transporta de un lugar a otro”. El smartphone, además, posibilita la opción de que sea otra persona la que controle de manera remota el movimiento de la silla cuando el usuario no pueda controlar el dispositivo.La libertad de movimientos que permite la silla facilita la labor de rehabilitación y recuperación, ya que frente a la naturaleza estática de la mayoría de modelos manuales o motorizados, la de Merry ayuda a los usuarios a mantener el tono muscular del usuario para prevenir problemas tan usuales en este tipo de casos como la obesidad o los problemas cardiovasculares y circulatorios. También evita los problemas en los hombres que suelen degenerar a largo plazo las sillas que requieren de propulsión manual.Merry ha testado la silla con diversos bailarines en silla de ruedas de Nueva York, Canadá y Florida. “Todos han respondido con entusiasmo con las opciones que permite en términos de movimiento espacial en todas las direcciones, cambio de altura y por su sistema de control móvil . Se abre un repertorio totalmente diferente para la danza”.Merry sigue a la espera de conseguir la patente de su silla. Y también de la financiación necesaria para dar los siguientes pasos. Por eso ha abierto una cuenta en la Universidad en la que trabaja para todos aquellos que estén interesados en convertirse en mecenas del proyecto.
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