Captura de pantalla de un programa de la TV3 donde se propone la instalación de una base naval china en Barcelona en el caso de que no se permitiera la permanencia de Cataluña en la UE. Al pie del artículo puede verse el vídeo.
Entre las sectas, las sociedades secretas o incluso entre las religiones, desde siempre se han dado fórmulas para que sus miembros se reconocieran entre ellos. Por ejemplo, se afirma que los masones tienen una forma peculiar de estrechar la mano, que consistiría en apoyar el pulgar con alguna firmeza en los nudillos del saludado. Es la primera señal ante cualquier otro presunto masón a quien uno desea darse a conocer. Acto seguido, si el interés es correspondido, se procede al intercambio ritual de preguntas: condición, demostración, signo, toque y grado, y se concluye en un triple abrazo. Toda una parafernalia de formalismos que, como vemos, convierten a la sociedad masónica en algo más que discreta.
Otro ejemplo aún más curioso vendría dado por los musulmanes de los primeros tiempos: Aún en vida de Mahoma, cuando uno de sus adeptos saludaba a otra persona solía hacerlo siempre en plural, incluso si la otra persona se encontraba sola: "La paz sea con vosotros". En cierta ocasión se le preguntó al converso la razón de que usara el plural. La respuesta fue sencilla: "Te deseo la paz a ti y a tus dos ángeles de la guarda". Prueba evidente de que se creía en un Cielo lleno de ángeles, como predicaba el profeta. Y ese fue el saludo mediante el cual se identificaron entre sí los musulmanes de primera hora. Lógico, puesto que el Quraysh, o tribu dominante de La Meca, no estaba dispuesto a consentir la expansión del islamismo, que condenaba la existencia de un templo cargado de ídolos y que atraía a numerosos peregrinos, y persiguió cuanto pudo a sus primeros adeptos. Hoy en día, los musulmanes se reconocen entre ellos por otras muchas señales y el saludo "la paz sea con vosotros" no debe dirigirse nunca a un infiel, salvo si se practica la taqiyya (hipocresía). Simplemente, la palabra "paz" alude al deseo de vida eterna y es impropio expresarlo a quien no sea un correligionario.
Al contrario que la discreción usada por los masones o el resquemor natural de los musulmanes primigenios, hay una ideología que practica justamente todo lo contrario: el descaro, la propaganda, las propuestas públicas más aberrantes y ridículas... Todo con tal de que se hable de ellos, de hacerse populares y de expandirse, además de disponer de alguna posibilidad, por más vil y retrógrada que nos parezca al resto, para lograr sus espurios objetivos. Esa ideología no es otra que el nacionalismo, hoy por hoy tan dañina como la que más y dispuesta a lo que sea, comenzando por engañar al pueblo. Ya saben: "viviremos más años, seremos más ricos, habrá menos accidentes y enfermedades, y bla, bla, bla".
De ahí que ante el nacionalismo uno deba formularse las siguientes preguntas: ¿Hay que adentrarse en la imbecilidad para ser un seguidor del nacionalismo o simplemente basta con adquirir la condición de zombi? ¿Acompañan a cada nacionalista, pongamos los catalanes, en lugar de dos ángeles de la guarda dos demonios tan maliciosos como torpes? Porque de no ser así es inconcebible que se le preste tanta atención al primer imbécil que les propone unas ideas tan descabelladas. Es el caso de un fulano llamado Jordi Molins, que ante la mirada atenta (casi solemne) de Jaume Barberá, el presentador hiper separatista responsable del programa "Singulars", expone el método idóneo para que Cataluña no sea "atacada" por España si se declara independiente.
Tal método consiste en pactar previamente (en el más absoluto de los secretos y como si de masones se tratase) la cesión a China de una base militar en Barcelona o Tarragona, donde los chinos pudiesen alojar cuantos navíos de guerra creyeran conveniente, como por ejemplo portaviones y submarinos dotados con armamento nuclear. A la pregunta de Barberà sobre qué opinarían los chinos ante la propuesta, el tal Molins responde que estarían encantados, dice literalmente: "se pondrían a dar saltos de alegría", puesto que les serviría en buena medida para asentarse en el Mediterráneo. Y sobre lo que opinaría Francia o el resto de Europa, el sujeto que lanza la idea viene a decir, con otras palabras, que la amenaza de cesión de una base a China no es más que un chantaje para que a Cataluña se le permita seguir en la UE después de la independencia, pero que en el caso de no aceptarse nada podrían hacer frente a una potencia nuclear como China.
Lo llamativo de este caso es que no hablamos de un programa de humor o de una parodia tipo "Polonia", donde las mayores barbaridades nacionalistas tienen su asiento. No, en absoluto, Jaume Barberà es un presentador incapaz de esbozar la más leve sonrisa. Eso sí, con tal de satisfacer sus respectivos deseos independentistas ambos sujetos, Molins y Barberà, se muestran dispuestos a vender sus almas a los diablos que les acompañan. O lo que es lo mismo: Se sienten favorables a crear un Guantánamo mediterráneo y darle las llaves de la base militar a la dictadura comunista china. No se trata, pues, de un "Adeu Espanya", sino más bien de "On vas Catalunya?". A lo que cabe añadir: ¿Qué no hará la TV3 con sus siete canales con tal de mantener a su público debidamente amaestrado?
Artículo de Pedro Espinosa García, publicado simultáneamente en http://batiburrillo2012.blogspot.com.es y en este Blog.