Damián Tabarovsky no tira la toalla. Su necesidad de criticar y cambiar el panorama narrativo (y social) se ve reflejado en esta novela-ensayo en la que una hojita se desengancha de su árbol y –durante 125 páginas– nos da cuenta de lo que ve hasta caer al suelo, uniendo rápidas descripciones con elaboradas reflexiones.Porque Una belleza vulgar no tiene nada de vulgar y sí mucho de sofisticacion, de tesis y, como tal, poco de novela al uso. De hecho es más una justificación literaria para poder desarrollar parte de las ideas ya presentadas en Literatura de izquierda, pero ahora de una forma alegórica, aunque el propio autor lo niegue [el juego del autor es tal que llega a decir una cosa y lo contrario a lo largo de toda la novela como parte de la paradoja actual]. Y pongo un ejemplo sencillo del comienzo:
"Pero hoy no es primavera, o tal vez sí, poco importa, es un día cualquiera, como todos (todos los días son un día cualquiera), y tampoco hay empleados del gobierno de la ciudad podando los plátanos; tan sólo una hojita que acaba de soltarse de una rama, en el resplandor silencioso del viento que asoma. ¿Qué significa soltarse? ¿Qué historia se engendra en ese acto? Soltarse no supone saltar, crecer, nacer, irrumpir; al contrario, implica interrumpir: la tradición es suspendida en el momento mismo en que se realiza. Se suspende la ficción fundadora, o mejor dicho, la fundación de la ficción. Suelta (ahora sí), librada a su suerte, sin ninguna institución que la proteja, ningún habla que la legitime, ninguna voz que la autorice, la hojita se desengancha del pasado, es decir del futuro".
Bastante fuerte, hay que reconocerlo. Y muy atrevido. Porque ya lo dice nuestro admirado editor Constantino Bértolo en la contraporta del libro, "los lectores que amen la narrativa de crimen, detective, suspense, investigación y desvelamiento final pueden comprar esta novela (hay que hacer caja), pero por favor: no nos vengan después con reclamaciones o improperios. El que avisa no es traidor".
y muchos otros tampoco. Ya lo saben. Pero bueno, volvamos al tema. La hojita se desprende de la rama de un árbol en la calle Thames, de Buenos Aires, y así se abre el deambular errático que nos permite ir descubriendo sus edificios y sus gentes; sucesión de edificios y gentes sin pasado, sin presente y sin futuro. Y es en ese entorno decadente es donde mejor se desenvuelve el autor, con miradas rápidas y reflexiones acompasadas sobre distintos aspectos de nuestra sociedad, del capitalismo y, al mismo tiempo, del arte y de la literatura contemporáneos.
En resumen, una obra densa, de difícil lectura, en línea con el compromiso de autores como Isaak Rosa o Belén Gopegui, pero enriquecedora, que quiere despertar las conciencias de los lectores de-una-vez-por-todas.
Una belleza vulgar
Damián Tabarovsky
Editorial Caballo de Troya
Págs. 125