Revista Atletismo
El término valenciano Botamarges (así se llama el club de montaña de Forna) podría traducirse en castellano algo así como "saltar márgenes". Se queda corto. Los más de 60 kms y más de 2900 metros de desnivel constituyeron todo un reto donde lo más importante fue mantener la serenidad mental para dosificar fuerzas y no sufrir percance alguno. Sin lugar a dudas ha sido la prueba de fondo más dura en la que he participado. Mi respuesta a la amabilidad de los organizadores cuando me preguntaban sobre la carrera fue que le habían sobrado los últimos 15 o 20 kms y que era poco trotable, vamos, demasiado técnica. Sin embargo, el estado físico en el que me encuentro tras la prueba es excepcional y, cuanto menos , puedo sentarme y levantarme de una silla sin necesidad de apoyos. Allí estuvieron los corremontañeros duros y puros (Víctor Candela, Fernando, Paco Robles, Alberto, Manolo Román, El Cocinas, Raúl Vicedo, Francisco Zaragoza, Jessica, Paco Navarro...), los que disfrutan de esas maravillosas vistas tras hacer cumbre en La Safor y los que tienen unas articulaciones a prueba de bomba. Lo digo porque el peor momento lo pasamos mi compañero de fatigas Salva Maciá y yo en una dura bajada asfaltada, de gran pendiente, con mucho calor y allá por el km 45 (la llaman el Dragón Khan): las rodillas debían soportar el peso de nuestros cansados "bodys" más la frenada imprescindible por la inercia de la gravedad. Desde aquí felicitar la execelente labor organizativa del Club Botamarges, pusieron mucha ilusión y un derroche de amabilidad. No quiero acabar sin dar las gracias al debutante Salva Maciá que se dejó convencer por mí para que acudiese. Espero que cuando me vea siga dirigiéndome la palabra... codo a codo y con apoyo mutuo acabamos incluso casi sprintado en los últimos 4 kms con el fin de acabar por debajo de las 13 horas. ¡LO CONSEGUIMOS Y ENTRAMOS JUNTOS EN META TRAS 12 HORAS 50 MINUTOS!. Una pasada pero para repetir muy de vez en cuando.