Revista Opinión

Una breve historia sobre el Estudio Chibli

Publicado el 04 febrero 2020 por Carlosgu82

Hayao Miyazaki antes de Ghibli

Es 1983, un joven graduado de ciencias políticas y economía ingresa como auxiliar de dibujo al estudio de animación Toei. Ese es Hayao Miyazaki.

Un año después, lideraría dentro del estudio un movimiento sindical al lado de un joven llamado Isao Takahata. Ciertamente, la gente de Toei no se imaginaba que estaban siendo testigos del florecimiento de una amistad que marcaría un antes y un después en el mundo de la animación a nivel mundial.

Entre 1971 y 1974, el dúo trabajó en los estudios A-Pro, donde Miyazaki dirigió Lupin III; luego pasarían por Nippon, donde participarían en la producción de Heidi: la niña de los Alpes.

En los años próximos vendría Conan, el niño del futuro, dirigida por Miyazaki y Ana de tejas verdes por Takahata. Fue a partir de 1982 cuando Hayao publica Nausicaa del Valle del Viento para la revista Animage, cuya adaptación a la pantalla se convertiría en la semilla de Studio Ghibli.

Con el dinero recaudado de Nausicaa surge una relación con quien musicalizaría las películas del estudio: Joe Hisaishi. Studio Ghibli comienza a cobrar vida.

La Magia detrás de Studio Ghibli

Castillos andantes, Puercos antifascismo y niñas que trabajan en cuartos de baños para deidades. Desde su nacimiento, el estudio ha innovado con historias, personajes y técnicas que han conquistado tanto a la crítica, como a niños y a grandes.

Se ha globalizado, trascendiendo fronteras geográficas y culturales. Ha esquivado un mundo de arte industrializado donde cualquier producto narrativo se produce en serie y de forma tan rápida que termina por carecer de identidad propia.

Studio Ghibli trascendió los gremios de la subcultura otaku, la idea de que la animación «solamente es para niños» y se convirtió en un cine con distintos niveles de lectura que es disfrutado por todos.

Pero ¿por qué las películas de Studio Ghibli resultan encantadoras? ¿Cómo se conforma la magia del estudio de animación japonesa más reconocido de los últimos años?

Humanidad sobre el género

Más que la figura de la mujer empoderada invencible, Ghibli muestra a personajes femeninos que antes de mujeres, son personas con vulnerabilidades y fortalezas retadas a superarse a sí mismas. Las motivaciones de estas son intrínsecas, van más allá del posicionarse como heroínas o sobreponerse para demostrar algo; en resumen: son más reales.
En las relaciones de hombres y mujeres, se antepone el compañerismo por sobre el amor romántico. Su relación con los hombres no gira en torno a la competencia entre los mismos o a distinciones sexistas, sino a lo humanamente puro: seres que poseen habilidades y conflictos que NO son definidos por su género, sino por su experiencia, deseos y temores.

Desde Nausicaä (Nausicaä del Valle del Viento), el primer personaje femenino del estudio, una mujer que cabe en el arquetipo de joven guerrera a la perfección, con ideales pacifistas pero determinada a luchar por la justicia, pasando por Chihiro (El viaje de Chihiro), una niña que se vuelve emocionalmente más madura y hasta Anna (El recuerdo de Marnie) una chica tímida y enfermiza que encuentra su fuerza a través de la generación de un vínculo; no importa con qué enfoque, cada una de las mujeres del estudio son, más que empoderadas, lo suficientemente humanas para poner en alto el género femenino.

La música y la contemplación

Las películas de Ghibli no serían las mismas sin la música, que arrastra a la contemplación al detalle. Los fondos, los diseños de personaje simples como el de Chihiro y otras veces más complejos, como Yubaba, así como los colores cálidos y fríos crean el misticismo que tanto caracteriza al estudio.

Un vaivén de emociones recorre al espectador en la escena contemplativa de Chihiro cuando mira las aguas desde el balcón, acompañado de colores azules, o las pintorescas y cálidas escenas de la habitación de Howl en El Castillo ambulante. Otro aspecto clave es la comida, que ofrece siempre una sensación de abundancia. Además del inmersivo detalle de cada alimento, los personajes no comen con decoro, sino según su personalidad, cosa que aporta a la animación realista.

La contemplación es la personalidad del estudio, tanto en el diseño de escenarios y personajes, como en el diseño sonoro. El piano melancólico enmarcan el viaje de una niña cuya inocencia se ve perturbada. Las flautas y los violines esperanzadores acompañan la aventura de una joven anciana que redescubre su camino más allá de lo que dicta el destino. La fuerza de las creaciones de Joe Hisaishi acompañan las cintas a la perfección.

A pesar de entrar a la categoría de la fantasía, los escenarios de Ghibli terminan por pertenecer a lo onírico. Un balance perfecto entre el realismo y elementos extraordinarios que parten desde la cotidianidad: un tren siguiendo un sendero de agua o un balcón por sobre un mar que se pierde en el horizonte. No gira en torno a las criaturas fantásticas, la magia de Ghibli está en la contemplación de lo rutinario.

El secreto de las películas del estudio que fundaron Miyazaki y Takahata es la naturalidad, concepto que es inherente a una serie de películas donde todo fluye en la realidad: en su animación, el no concentrarse en una idea bondadosa o satanista de la naturaleza y de lo artificial, en su nivel contemplativo de la humanidad y de las emociones. Estudio Ghibli logró lo que pocos: utilizar la hipérbole de la caricatura en favor de lo meramente humano.


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