Revista Opinión

Una Breve Narración…

Publicado el 03 septiembre 2018 por Carlosgu82

No podía creer lo que había ocurrido.

« ¿Cómo era posible?».

–  Pensó.

« ¿En verdad lo hice yo?».

Tantas cosas pasaban por su cabeza en esos momentos, ¿Había sido acaso producto de su imaginación?, como pintaba la situación no parecía tan fantasioso como en el momento en que  se llegó a imaginar mientras leía aquellas historias, ni cuando veía esos shows en el circo donde de manera clara podían observarse los arnés agarrados a un cinturón de seguridad debajo de aquel ostentoso traje, además vaya trajes tan ridículos, no se apegaban para nada a la realidad que estaba empezando a suceder en esos momentos.

– Vaya cosas, es mejor que duerma – Se dijo a sí misma.

Sin pensarlo dos veces corrió por el boscoso y enorme patio trasero, con el cuerpo agotado, las manos realmente heladas, con los músculos de sus extremidades  totalmente congeladas por las bajas temperaturas y los fuertes vientos que había esa noche. Definitivamente el clima no estaba a su favor.

« ¿Cómo rayos voy a explicar lo que me acaba de suceder?».

Se detuvo en seco, no podía dejar que nadie lo descubriera, ¿Qué tal si la encerraban en algún manicomio o alguna clase de científicos locos se ponían a hacer experimentos dolorosos con ella? No para nada, nadie debe saberlo, siguió tranquila su camino, no podía verse agitada ya que si llegaba de esa manera podría levantar sospechas o simplemente sabría que le cuestionarían cada palabra que dijera.

« Como si no me cuestionaran ya lo suficiente».

Debía parecer lo más normal posible para así, cuando mienta respecto a done había ido esa noche, no vean que había más historia por detrás, pensarán que es sólo una mentira más y no quería decir la verdad, para nada.

« Quizá sólo diga que fui a pasear con Fredy» – Sabía que la tía Marge no se daría cuenta, parecía un excelente plan, además quién dudaría de Fredy el amigo de la infancia de Vitani, no hacían nada separados, pero….

« ¡Rayos! ¡La abuela Covu!». – Caviló de manera repentina.

A ella sabía que no podía mentirle, de hecho siempre que intentaba mentirle resultaba todo un fracaso, por eso optó por siempre decirle la verdad desde muy pequeña, había formado una especie de lazo que las unía, Vitani sabía que la abuela Covu tenía ese sexto sentido tan arraigado que cada vez que le mentía a la tía Marge, y la abuela estaba cerca, la miraba con unos ojos entrecerrados y un ceño fruncido, y cada vez que la tía Marge terminaba con la tortura con sus discursos de mil horas y se alejaba, la abuela Covu se acercaba sigilosamente a sonsacarme la verdad.

Era cierto, la abuela podía tener su carácter algo estricto y de la vieja escuela, pero siempre ha sido alguien que se preocupa y realmente se interesa por lo que sucede cada vez que Vitani llegaba tarde o tenía algo entre manos, esa niña jamás ha podido permanecer quieta.

Siguió su camino disminuyendo cada vez más el paso, aunque un poco desesperada por las altas horas que eran, usualmente no solía llegar a casa tan tarde pero, ¿Cómo rayos iba a saber que le tomaría tanto tiempo?, ni siquiera sabía con exactitud lo que hacía.

De pronto escuchó que algo se movía entre las ramas.

–Maldita sea, aquí viene – Dijo para sus adentros.

Aún venía caminando algo rápido, pero con los ruidos que escuchó, volvió a salir corriendo sin antes voltear hacia atrás para ver si lograba verlo y saber qué tan cerca se encontraba. No logró ver nada, la noche dominaba a sus alrededores, incluso ver las crestas de los árboles a través de la luz de la gran luna de esa noche le parecía complicado, lo único que era un poco más claro y que le ayudaba a darse una idea de dónde se encontraba eran por los pequeños charcos que se habían formado por las lluvias de la noche anterior, de otro modo a penas lograba visualizar los viejos y robustos troncos de los árboles y algunas ramas desperdigadas con las que chocaba con frecuencia.

Lograba ver su casa delante, una humilde choza tan vieja como la abuela Covu, no sabía con exactitud por qué, pero la abuela se negaba a cambiar de casa, decía que ella había nacido ahí y le había dedicado toda su vida a ese hogar, la casa se estaba viniendo abajo, de no ser por las reparaciones que hacía Aquiles ese lugar se habría venido abajo hacía años.

De repente se detuvo en seco, estaba a sólo unos escasos metros de la casa, « ¿Será que me habrán seguido hasta la casa?». – Pensó la chica. Cuidadosamente volteo cuidadosamente, escuchó como unas huellas cuidadosamente pisaban la húmeda tierra y las ramas crujían bajo esas leves pisadas, observó como una figura negra comenzaba a tomar forma. Vitani sólo empuñaba los ojos deseando que el error que cometió jamás hubiera ocurrido y de un de repente escuchó una voz

– ¿Vitani?

– ¿Qué? – Dijo la chica.

– Vitani, ¿Qué haces por acá tan tarde? – Dijo la voz que lo sonaba familiar.

– ¿Aquiles?, ¿Qué hace en el patio a estas horas?–.

–Creo que tengo el derecho de saber eso primero de tu parte niña–.

– Umm, ¿y si por ahora lo dejamos así? –.

– Claro, y que tu abuela si me pregunta si te miré en la noche, ¡Que claro que me v a preguntar!, quieres que le mienta, sabes que tan malo soy para mentir, ¡Y más a Covu! –.

– Ya, ya, yo me encargaré de decirle a la abuela donde estuve, usted sólo no diga nada –.

– Adoras meterte en líos –.

Y sigilosamente Aquiles siguió su camino y Vitani entró a la casa.


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