Revista Cine

Una buena hostia de Bud

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Hoy es un día triste para los que como yo vivimos nuestra infancia en este precioso, pequeño e ilógico planeta Tierra a mediados de los ochenta. Dicen que educar en la violencia no es bueno, que los dibujos de hoy en día son un collage de gritos, peleas, persecuciones y tiros. Estoy de acuerdo, seguro que es así, pero hay una violencia con la que me crié de pequeño, una violencia más humorística, familiar y entrañable.

Hay muchos sueños de infancia no cumplidos para los de mi generación.

Conocer a Stallone, montar en el DeLorean y viajar en el tiempo, tocarle un pecho a Sabrina o incluso los dos si hubiese tiempo y capacidad palmaria (palmaria de palma de la mano) y, como no, que Bud Spencer te diese una buena hostia.

Una hostia rica, impertérrita, caliente y sorpresiva; original e hilarante.

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Estoy seguro que algunos de esos sueños no los voy a cumplir y otros sí los he conseguido (besos Sabri), pero Bud se nos ha ido para siempre.

Lejos quedan aquellas tarde de cine en las que mi padre me llevaba a ver sus películas “Y si no nos enfadamos”, “Par Impar”, “Banana Joe”…y yo disfrutaba como un enano (que al fin y al cabo es lo que era) del catálogo de sopapos, guantazos, mamporros, reveses, galletas y soplamocos que soltaban Bud y Terence. Ellos sacaban aquella risa inocente, sincera y lejana de todos y cada uno de los esperábamos que empezase la fiesta de golpes de turno. El resto, es decir, los diñalogos, era mero relleno entre peleas. Como cuando hablan en una porno. Supongo que lo que más nos gustaba era que parecían invencibles. Nada podía con ellos y eso, para un chaval de seis o siete años que se identificaba con aquellos extraños heroes, significaba que nosotros también eramos invencibles. Bud y Terence, Terence y Bud. Muchas risas, muchos golpes.

Bud y Terence eran auténticos, indivisibles…e italianos. No podían ser perfectos.

Yo de pequeño pensaba que eran americanos, claro con esos nombres, pero después resulta que eran italianos, pero hoy no quiero hablar de Italia. Podría hablar como mucho de Sabrina, pero como excepción a la regla.

Cuando leo que Bud ha muerto, aunque yo creo que en realidad se está haciendo el dormido y en cualquier momento le va a soltar un mamporro al cura, uno de esos golpes con el puño cerrado y hacia abajo, me entritezco un poco…¡Allá va mi infancia! ¡Hasta otra Bud!

Nos queda tu legado y con mis hijos prometo ver “Y si no nos enfadamos” mientras estén en esa edad en la que lo único que hace falta para reírse son un buen par de hostias bien dadas.

Yo sigo en esa edad.

¡Ciao Bambino!

PD: Si tuviese una máquina del tiempo viajaría a 1980 me traería a Bud y a Terence y los soltaría en el Congreso de los Diputados. A ver qué pasaba.

Los del Cielo cuidado, no me lo cabreéis que os monta un Cristo pero de verdad en cero coma.

Saludos.


Una buena hostia de Bud

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