Revista España

¿Una calle de corcho en Madrid?

Por Manugme81 @SecretosdeMadri

Calle ArenalDurante su vida, como cualquier otra ciudad, en Madrid se han ido aprobando medidas para hacer más llevadera y cómoda la rutina de sus habitantes. Muchas perduran en el tiempo y ya no se entiende el día a día sin ellas pero otras, como la que pasamos a conocer hoy, resultaron un rotundo fracaso. Hablemos del momento en el que la Calle Arenal estuvo cubierta de corcho.

Viajemos a una fecha muy concreta, al 3 de febrero de 1896. Aquel día en el Ayuntamiento de la Villa se aceptaba una innovadora medida, pavimentar una calle con corcho. Lo que se buscaba con esta insólita propuesta era reducir el ruido que provocaba la circulación de los cada vez más numerosos carruajes y de las herraduras de los diferentes animales como caballos o mulas contra el suelo. Unos decibelios incómodos que los madrileños no estaban dispuestos a aceptar.

Para ello se buscó un material que absorbiese estos impactos y una calle que hiciera de conejillo de indias. Para lo primero se optó sin dudarlo por el corcho, en cuanto a lo segundo se decidió probar con una calle céntrica y con el suficiente ajetreo y animación como la Calle Arenal. Si el invento superaba este duro examen a continuación se podría extender al resto de calles de Madrid.

A corto plazo, en cuanto se cubrió el firme con corcho, las evaluaciones no pudieron ser más positivas. Los vecinos se mostraban más que satisfechos con la considerable reducción del ruido pero pronto todo el invento se vino al traste con la llegada de las primeras lluvias. En cuanto el agua hizo acto de presencia las ruedas de los carruajes y las pisadas de los animales comenzaron a maltratar un suelo que se hacía añicos con una facilidad pasmosa.

Después de ver lo poco práctico y estético que resultaba aquello, las autoridades optaron por devolver a la Calle del Arenal su apariencia original. Definitivamente,  la arriesgada medida había fracasado. Pronto, comerciantes y los vecinos de la zona se acostumbraron al bullicio que siempre les había acompañado, nos les quedó otra. La llegada de los vehículos con motor fue enmudeciendo aquellos sonidos pero trajo otros inconvenientes que ya todos conocemos.


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